19/01/2019, 21:45
Amekoro Yui sí aceptó el ofrecimiento de Kenzou. Con una seña de mano, ordenó al ANBU que la acompañaba que le trajese una taza de té. Así, esperó a que el de Kusagakure la llenase y con cuidado de no tirarlo todo por el suelo, volvió con ella. Yui agarró el asa de la humeante taza, se la llevó a los labios y le dio un pequeño sorbo. Inmediatamente, estampó la taza contra el platillo y exclamó:
—¡Me cago en los truenos de Amenokami! ¡Esto está hirviendo, Kenzou!
»Arrg, joder, hostias. Sí, bien, bien. El Pacto de las Tres Grandes está bien. Lo de las Tres Sombras suena muy... ominoso.
Hanabi pasó a contestar a sus exigencias metiendo una de cosecha propia. Así que sabían de la técnica de Daruu. ¿Pero cómo?
Shanise se removió, inquieta, en el sitio.
Yui estampó las manos sobre la mesa, casi volcando la taza de té —lo que habría sido una desgracia—. Se puso más roja que el color carmesí de los uniformes de Uzushiogakure, y estuvo a punto de levantarse del banco de piedra. Pero Shanise posó su mano en el hombro de Yui, y su rostro volvió a la tonalidad normal y pálida de la amejin. Aunque dirigió una furiosa mirada a su subalterna.
—Hanabi-dono —intervino Shanise—. El jutsu de Amedama Daruu es un Ninjutsu Espacio-Tiempo similar al que Uchiha Akame utilizó para teletransportar a Ayame fuera de Uzushiogakure —señaló—. Es de características similares, así que ya sabe usted en qué circunstancia le permite colarse en su Villa.
»No hay secreto. Pero tenemos algo que le ayudará a que eso no suceda, de todas formas. Un Fuuinjutsu. Lo íbamos a sacar a colación más tarde. Además de nuestro firme compromiso de que eso no sucederá. Ya sé que eso no le sirve de nada.
—Bueno. —Amekoro Yui se inclinó hacia adelante, nuevamente calmada —tan calmada como podía estarlo—. La sonrisa se había desvanecido por completo de sus labios, no obstante—. Está claro que vas a pedir algo a cambio. De hecho, me parece justo. Adelante, Hanabi. Suéltalo. ¿Qué más podrías querer de nosotros?
—Si se me permite sugerir... Nosotros pedimos una acción —revertir el sello de Ayame—, no una información. Como comprenderá, un ninja depende de sus secretos. Podemos ofrecer otra acción a cambio.
—Como por ejemplo perdonarte la vida por rompernos la puta estatua —susurró Yui. Afortunadamente, con los labios tras los puños, codos apoyados en la mesa. Tan bajito que sólo Shanise y el ANBU pudieron escucharlos.
Y por cierto, sí, el pobre hombre volvió a temblar otra vez.
—¡Me cago en los truenos de Amenokami! ¡Esto está hirviendo, Kenzou!
»Arrg, joder, hostias. Sí, bien, bien. El Pacto de las Tres Grandes está bien. Lo de las Tres Sombras suena muy... ominoso.
Hanabi pasó a contestar a sus exigencias metiendo una de cosecha propia. Así que sabían de la técnica de Daruu. ¿Pero cómo?
Shanise se removió, inquieta, en el sitio.
Yui estampó las manos sobre la mesa, casi volcando la taza de té —lo que habría sido una desgracia—. Se puso más roja que el color carmesí de los uniformes de Uzushiogakure, y estuvo a punto de levantarse del banco de piedra. Pero Shanise posó su mano en el hombro de Yui, y su rostro volvió a la tonalidad normal y pálida de la amejin. Aunque dirigió una furiosa mirada a su subalterna.
—Hanabi-dono —intervino Shanise—. El jutsu de Amedama Daruu es un Ninjutsu Espacio-Tiempo similar al que Uchiha Akame utilizó para teletransportar a Ayame fuera de Uzushiogakure —señaló—. Es de características similares, así que ya sabe usted en qué circunstancia le permite colarse en su Villa.
»No hay secreto. Pero tenemos algo que le ayudará a que eso no suceda, de todas formas. Un Fuuinjutsu. Lo íbamos a sacar a colación más tarde. Además de nuestro firme compromiso de que eso no sucederá. Ya sé que eso no le sirve de nada.
—Bueno. —Amekoro Yui se inclinó hacia adelante, nuevamente calmada —tan calmada como podía estarlo—. La sonrisa se había desvanecido por completo de sus labios, no obstante—. Está claro que vas a pedir algo a cambio. De hecho, me parece justo. Adelante, Hanabi. Suéltalo. ¿Qué más podrías querer de nosotros?
—Si se me permite sugerir... Nosotros pedimos una acción —revertir el sello de Ayame—, no una información. Como comprenderá, un ninja depende de sus secretos. Podemos ofrecer otra acción a cambio.
—Como por ejemplo perdonarte la vida por rompernos la puta estatua —susurró Yui. Afortunadamente, con los labios tras los puños, codos apoyados en la mesa. Tan bajito que sólo Shanise y el ANBU pudieron escucharlos.
Y por cierto, sí, el pobre hombre volvió a temblar otra vez.