19/01/2019, 21:58
(Última modificación: 19/01/2019, 22:00 por Moyashi Kenzou. Editado 1 vez en total.)
Kenzou ya sabía que algo así ocurriría. Que Hanabi y Yui serían los actores principales de aquella función y que él se mantendría en un segundo plano, entre los bastidores probablemente. Un personaje secundario que se encargaría de que ninguna de las actuaciones de sus iguales pudiera perjudicar de alguna manera a los intereses y a la seguridad de su aldea.
Hanabi rechazó la invitación de Kenzou forma educada, pero Yui la aceptó. Fue su ANBU, aquel muchacho tembloroso, el que se acercó a recibir el té que Hana (ese era el nombre de la hermosa mujer de los ojos cerrados) había servido con excelencia en una de aquellas exquisitas tazas.
—¡Me cago en los truenos de Amenokami! ¡Esto está hirviendo, Kenzou!
El pobre hombre no pudo sino pestañear, genuinamente sorprendido.
—Qué va, ¡si está en su punto perfecto! Estos jóvenes de hoy en día no aguantan nada... —añadió con una risilla, al tiempo que volvía a llevarse la taza a los labios sin una sola mueca de dolor.
El nombre acordado fue el de El Pacto de las Tres Grandes. Y enseguida pasaron al plato de negociación principal. Yui exigía que la reversión del sello no se hiciera en Uzushiogakure, Hanabi contraatacaba con que a la jinchuriki la acompañara su pareja. Kenzou le dirigió una mirada que mediaba entre la curiosidad y la diversión cuando Hanabi mencionó el hecho de que el muchacho podía colarse en su villa.
—¿Oohh? ¿Domina el Ninjutsu Espacio-Temporal? Qué joven más interesante... —se rio.
Pero ahora la patata caliente pasaba a Hanabi. Exigiría algo más para aceptar las condiciones de las de Amegakure. La cuestión era, ¿qué?
Hanabi rechazó la invitación de Kenzou forma educada, pero Yui la aceptó. Fue su ANBU, aquel muchacho tembloroso, el que se acercó a recibir el té que Hana (ese era el nombre de la hermosa mujer de los ojos cerrados) había servido con excelencia en una de aquellas exquisitas tazas.
—¡Me cago en los truenos de Amenokami! ¡Esto está hirviendo, Kenzou!
El pobre hombre no pudo sino pestañear, genuinamente sorprendido.
—Qué va, ¡si está en su punto perfecto! Estos jóvenes de hoy en día no aguantan nada... —añadió con una risilla, al tiempo que volvía a llevarse la taza a los labios sin una sola mueca de dolor.
El nombre acordado fue el de El Pacto de las Tres Grandes. Y enseguida pasaron al plato de negociación principal. Yui exigía que la reversión del sello no se hiciera en Uzushiogakure, Hanabi contraatacaba con que a la jinchuriki la acompañara su pareja. Kenzou le dirigió una mirada que mediaba entre la curiosidad y la diversión cuando Hanabi mencionó el hecho de que el muchacho podía colarse en su villa.
—¿Oohh? ¿Domina el Ninjutsu Espacio-Temporal? Qué joven más interesante... —se rio.
Pero ahora la patata caliente pasaba a Hanabi. Exigiría algo más para aceptar las condiciones de las de Amegakure. La cuestión era, ¿qué?