12/10/2015, 00:38
Aquella era una hermosa mañana con un cielo despejado y completamente azulado, el sol brillaba iluminando todas y cada una de las calles de la aldea e incluso la habitación de una joven kunoichi un tanto 'especial' en el mal sentido de la palabra. La luz del sol fue la que molestó por un par de horas a la pelirroja que se negaba rotundamente a levantarse hasta que una 'voz' rompió el silencio de aquella habitación.
- Ya es hora de que te levantes Ritsuko… - Dijo aquella voz femenina con un tono tranquilo y dejando en claro la paciencia del ente.
La chica en respuesta se quitó las sábanas de encima y procedió a realizar aquel 'ritual' de todas las mañanas que consistía en simplemente desayunar, sin dar importancia a que ya se habían pasado las doce del mediodía. Este día no le tocaba hacer absolutamente nada, no debía atender ningún tipo de labor ni le había quedado nada pendiente de otros días por lo que podría decirse que el tiempo le sobraba. Aquella fue la principal razón de que se tomase su tiempo para al fin dar un paso fuera de casa.
¿Qué hacer en un día libre? Eso era algo que a la kunoichi nunca nadie le había explicado, seguramente por su actitud normal de niña caprichosa e hiperactiva. Así que con su tiempo de sobra comenzó a recorrer las calles de la aldea sin dar demasiada importancia. En un principio por causa del sueño iba a paso lento, bostezando cada tanto, y a medida que se iba desperezando iba acelerando el ritmo y su mirada iba adquiriendo su natural mirada alegre y llena de vida.
Corriendo de un lado a otro y fastidiando a cuanta persona se encontrase, recordó un detallito en su cintura. - La has olvidado. ¿No es así? - Preguntó la 'mujer' que acompañaba a la kunoichi a donde sea que fuera. - ¡No puedo pasearme por toda la aldea sin la bandana! - Bramó la joven antes salir corriendo a toda velocidad a la casa a buscar ese objeto que había olvidado.
Otra pérdida importante de tiempo en el día libre de la kunoichi, si bien fue corriendo se habrá tardado fácil unos treinta minutos. Pero por lo menos ahora estaba feliz luciendo con orgullo la bandana atada a su cintura. - Te gusta mucho esa bandana... - Comentó la mujer esbozando una sonrisa, mientras acompañaba a su alegre hija que daba unos primeros pasos por un inmenso puente que conectaba directo al Árbol Sagrado. - ¡Claro que me gusta! ¡Significa que hice algo bien! - Decía con total alegría sin dar importancia a ninguna de las personas que pasaban mirándola raro por estar hablando sola.
A medida que avanzaba por aquella estructura entablando conversación con el ente inexistente que teóricamente estaba a su lado, el inmenso árbol que estaba justo en el centro de la aldea se hacía más y más grande hasta que finalmente la kunoichi se frenó en seco. - Se supone que es sagrado, entonces... ¿Por qué lo pisoteamos tanto? - Preguntó con un aire de inocencia a su madre que con una sonrisa simplemente respondió. - Eso te lo enseñaron en la clase de historia en la academia. ¿Ya lo olvidaste? - A lo cual la pelirroja simplemente respondió inflando las mejillas y retomando la marcha hacia las enormes raíces del árbol. Sabía bien por qué era llamado de esa manera, pero de todas formas quería ver si su madre había lo había aprendido o era la principal cuestión por la que nunca logró graduarse.
- Ya es hora de que te levantes Ritsuko… - Dijo aquella voz femenina con un tono tranquilo y dejando en claro la paciencia del ente.
La chica en respuesta se quitó las sábanas de encima y procedió a realizar aquel 'ritual' de todas las mañanas que consistía en simplemente desayunar, sin dar importancia a que ya se habían pasado las doce del mediodía. Este día no le tocaba hacer absolutamente nada, no debía atender ningún tipo de labor ni le había quedado nada pendiente de otros días por lo que podría decirse que el tiempo le sobraba. Aquella fue la principal razón de que se tomase su tiempo para al fin dar un paso fuera de casa.
¿Qué hacer en un día libre? Eso era algo que a la kunoichi nunca nadie le había explicado, seguramente por su actitud normal de niña caprichosa e hiperactiva. Así que con su tiempo de sobra comenzó a recorrer las calles de la aldea sin dar demasiada importancia. En un principio por causa del sueño iba a paso lento, bostezando cada tanto, y a medida que se iba desperezando iba acelerando el ritmo y su mirada iba adquiriendo su natural mirada alegre y llena de vida.
Corriendo de un lado a otro y fastidiando a cuanta persona se encontrase, recordó un detallito en su cintura. - La has olvidado. ¿No es así? - Preguntó la 'mujer' que acompañaba a la kunoichi a donde sea que fuera. - ¡No puedo pasearme por toda la aldea sin la bandana! - Bramó la joven antes salir corriendo a toda velocidad a la casa a buscar ese objeto que había olvidado.
Otra pérdida importante de tiempo en el día libre de la kunoichi, si bien fue corriendo se habrá tardado fácil unos treinta minutos. Pero por lo menos ahora estaba feliz luciendo con orgullo la bandana atada a su cintura. - Te gusta mucho esa bandana... - Comentó la mujer esbozando una sonrisa, mientras acompañaba a su alegre hija que daba unos primeros pasos por un inmenso puente que conectaba directo al Árbol Sagrado. - ¡Claro que me gusta! ¡Significa que hice algo bien! - Decía con total alegría sin dar importancia a ninguna de las personas que pasaban mirándola raro por estar hablando sola.
A medida que avanzaba por aquella estructura entablando conversación con el ente inexistente que teóricamente estaba a su lado, el inmenso árbol que estaba justo en el centro de la aldea se hacía más y más grande hasta que finalmente la kunoichi se frenó en seco. - Se supone que es sagrado, entonces... ¿Por qué lo pisoteamos tanto? - Preguntó con un aire de inocencia a su madre que con una sonrisa simplemente respondió. - Eso te lo enseñaron en la clase de historia en la academia. ¿Ya lo olvidaste? - A lo cual la pelirroja simplemente respondió inflando las mejillas y retomando la marcha hacia las enormes raíces del árbol. Sabía bien por qué era llamado de esa manera, pero de todas formas quería ver si su madre había lo había aprendido o era la principal cuestión por la que nunca logró graduarse.