22/01/2019, 18:57
(Última modificación: 23/01/2019, 16:14 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
Ranko escuchó a Rōga, mas no contestó por el momento. Intentaba concentrarse en mantenerse a sí misma y a él a flote. El peliazul se disculpó, o al menos la kunoichi lo tomó como una disculpa debido a su tono de voz. Él le pidió bajarlo, pues creía poder andar solo. Ranko asintió, mas esperó a estar a un par de metros de las rocas para soltarlo. Suspiró al hacerlo.
Rōga se dejó caer sobre la piedra. Ranko hizo algo similar, dejando caer su largo cuerpo en el agua, flotando boca arriba mientras respiraba rápidamente. Imaginó que tal vez el agua le apaciguaría el dolor de su costado, y que si se concentraba podría anestesiarlo con chakra. Claro que ninguna de las dos cosas pasó, y el dolor solo bajó con el tiempo y el descanso. Ranko no era una médico, pero supuso que no había sido algo grave. No sentía hueso roto (que ya sabía cómo se sentía), ni alguna dolencia aguda en extremo. Había sido solamente un golpe muy fuerte.
Habló solo hasta que su respiración se había normalizado un poco.
—Está… Estoy… bien. Es… normal. Es normal para una pelea —Se refería, claro, al codazo que él le había propinado —. No… No me rompió nada. Creo.
Su mirada se perdió en el cielo del País del Rayo, entre algunas nubes. ¿Sería ese el cielo que habían visto los ancestros de Rōga? ¿Habrían combatido bajo el mismo sol? ¿Entrenado contra ninjas de otras aldeas, tal como ella y el Amejin? ¿Habrían salvado a alguien que lo necesitara?
—C-creo que… Creo que sí tenía porqué —prosiguió después de otros segundos de descanso —. Es… Era un… duelo justo. ¿No? N-no sería justo que.. que… se ahogara —Levantó un poco la cabeza para voltear a ver al peliazul —. A-ahora… Ahora podremos volver a luchar. Después. Algún día.
”El conejo contra el lobo. Suena tan injusto, a decir verdad. Pero este conejo no se quedará atrás.” pensó mientras recostaba la cabeza de nuevo en el agua. El dolor seguía casi igual de intenso, pero ella se sentía tranquila.
Rōga se dejó caer sobre la piedra. Ranko hizo algo similar, dejando caer su largo cuerpo en el agua, flotando boca arriba mientras respiraba rápidamente. Imaginó que tal vez el agua le apaciguaría el dolor de su costado, y que si se concentraba podría anestesiarlo con chakra. Claro que ninguna de las dos cosas pasó, y el dolor solo bajó con el tiempo y el descanso. Ranko no era una médico, pero supuso que no había sido algo grave. No sentía hueso roto (que ya sabía cómo se sentía), ni alguna dolencia aguda en extremo. Había sido solamente un golpe muy fuerte.
Habló solo hasta que su respiración se había normalizado un poco.
—Está… Estoy… bien. Es… normal. Es normal para una pelea —Se refería, claro, al codazo que él le había propinado —. No… No me rompió nada. Creo.
Su mirada se perdió en el cielo del País del Rayo, entre algunas nubes. ¿Sería ese el cielo que habían visto los ancestros de Rōga? ¿Habrían combatido bajo el mismo sol? ¿Entrenado contra ninjas de otras aldeas, tal como ella y el Amejin? ¿Habrían salvado a alguien que lo necesitara?
—C-creo que… Creo que sí tenía porqué —prosiguió después de otros segundos de descanso —. Es… Era un… duelo justo. ¿No? N-no sería justo que.. que… se ahogara —Levantó un poco la cabeza para voltear a ver al peliazul —. A-ahora… Ahora podremos volver a luchar. Después. Algún día.
”El conejo contra el lobo. Suena tan injusto, a decir verdad. Pero este conejo no se quedará atrás.” pensó mientras recostaba la cabeza de nuevo en el agua. El dolor seguía casi igual de intenso, pero ella se sentía tranquila.
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