22/01/2019, 21:25
Hanabi no tuvo que tomarse más de un breve momento para responder a aquella pregunta.
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro —dijo, sincero—. Pero no, no lo enviaría.
Había demasiadas cuentas pendientes entre ellos dos, y ambos habían demostrado tener poca o nula capacidad para refrenar sus emociones. Era como dejar caer un sello explosivo en una hoguera y esperar que, por algún raro milagro, no estallase. Aunque opinaba que en su caso era diferente. Él sí había demostrado temple, cuando Daruu había tratado de asesinar a Akame frente a sus narices.
No obstante, ¿se podría decir lo mismo del propio Daruu? Aquel último pensamiento fue lo que terminó de convencerle.
—A falta de una idea mejor, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin —dijo, deseoso de seguir moviéndose hacia adelante en el tratado—. No obstante, ¿por qué reunirnos entre nosotros? Seamos realistas, la mayor parte del tiempo —esperaba no ser gafe con esto—, será para comunicarnos que no hay nada nuevo. Deleguemos en nuestros ninjas —propuso—. Un equipo de tres, con un cuarto de reserva, por Villa, y que se vayan turnando para las comunicaciones. Una cada ocho horas creo que sería suficiente. —Un turno de mañana, otro de tarde, y un último de noche. Parecía lo óptimo—. Que cada uno traiga a dicho equipo cuando quedemos para revertir el sello de Ayame, para que se conozcan y puedan usar el Gentōshin entre ellos, y listo.
»Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió. Le había dejado verdaderamente intrigado—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Oh, sí. Definitivamente se le estaban empezando a acumular temas.
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro —dijo, sincero—. Pero no, no lo enviaría.
Había demasiadas cuentas pendientes entre ellos dos, y ambos habían demostrado tener poca o nula capacidad para refrenar sus emociones. Era como dejar caer un sello explosivo en una hoguera y esperar que, por algún raro milagro, no estallase. Aunque opinaba que en su caso era diferente. Él sí había demostrado temple, cuando Daruu había tratado de asesinar a Akame frente a sus narices.
No obstante, ¿se podría decir lo mismo del propio Daruu? Aquel último pensamiento fue lo que terminó de convencerle.
—A falta de una idea mejor, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin —dijo, deseoso de seguir moviéndose hacia adelante en el tratado—. No obstante, ¿por qué reunirnos entre nosotros? Seamos realistas, la mayor parte del tiempo —esperaba no ser gafe con esto—, será para comunicarnos que no hay nada nuevo. Deleguemos en nuestros ninjas —propuso—. Un equipo de tres, con un cuarto de reserva, por Villa, y que se vayan turnando para las comunicaciones. Una cada ocho horas creo que sería suficiente. —Un turno de mañana, otro de tarde, y un último de noche. Parecía lo óptimo—. Que cada uno traiga a dicho equipo cuando quedemos para revertir el sello de Ayame, para que se conozcan y puedan usar el Gentōshin entre ellos, y listo.
»Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió. Le había dejado verdaderamente intrigado—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Oh, sí. Definitivamente se le estaban empezando a acumular temas.