22/01/2019, 21:46
Como esperaba, la respuesta de Hanabi llegó casi inmediatamente:
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro —dijo, sincero—. Pero no, no lo enviaría.
Shanise asintió, y miró a Kenzou.
—Yo tampoco me arriesgaría a enviar a Amedama Daruu a Uzushiogakure para nada durante un tiempo. Al menos, durante un tiempo. —Y así, Shanise se valía de una analogía bastante simple para dar a entender cuál era el mayor problema de la sugerencia de Kenzou—. No obstante, esto tiene otro problema, Kenzou-dono. Escuche, Daruu podría viajar a Kusagakure y a Uzushiogakure para informar de cualquier problema que ocurriese en Amegakure, pero si un problema ocurriese en sus villas, ¿cómo avisarían ustedes?
»Exacto, no podrían.
—A falta de una idea mejor, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin —coincidió Hanabi. Pero el Gentoushin, como ya habían hablado, entrañaba otra serie de complicaciones. No obstante, como Hanabi bien apuntó, podían organizar comunicaciones periódicas para informarse.
—A mí lo de los turnos me parece estupendo, pero creo que bastaría con uno o dos al día —dijo—. Nuestros países están muy lejos, ¿tan urgente podría ser la emergencia? —No necesitó más de un segundo para rectificar—: Bueno, sí, tienes razón, tienes razón.
»Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió. Le había dejado verdaderamente intrigado—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Shanise se reclinó hacia atrás, estirando los brazos por encima del cuerpo. Aunque educada, estaba claro que el protocolo no les iba ni a ella ni a Yui.
—Buuff, es... difícil de explicar. A ver... —comenzó, buscando con cuidado las palabras—. ¿Se imaginan un carruaje que se mueva... sin caballos? —dijo—. Ahora, imaginen. —Shanise se inclinó hacia adelante, hacia ellos, casi tumbando medio cuerpo en la mesa—. Imaginen un carruaje que transcurra sobre unos caminos. Vías. Una serie de carruajes en fila, que como una ristra de hormigas transporte materiales y gente a través de todo Oonindo.
»Suena útil, ¿verdad? Y... beneficioso para el comercio. ¿Cuánta gente creen que pagaría por tener algo así? ¿Cuánta inversión extranjera recibiríamos?
»Además, como dije, un proyecto camufla a otro. Esta tecnología es extraña fuera de nuestra aldea. Nadie sabe qué necesita para funcionar exactamente, excepto nosotros. Compartiremos toda dicha información con Uzushiogakure y Kusagakure si aceptan intentar llevar a cabo el proyecto. Eso quiere decir, que, no se extrañarán de ver cables de cualquier tipo siendo enterrados... por debajo de las vías. Nadie sabrá que el teléfono conecta también a las Tres Grandes, o al menos, no será evidente que estamos planeando conectarlas. La infraestructura será competente para cuando se diesen cuenta.
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro —dijo, sincero—. Pero no, no lo enviaría.
Shanise asintió, y miró a Kenzou.
—Yo tampoco me arriesgaría a enviar a Amedama Daruu a Uzushiogakure para nada durante un tiempo. Al menos, durante un tiempo. —Y así, Shanise se valía de una analogía bastante simple para dar a entender cuál era el mayor problema de la sugerencia de Kenzou—. No obstante, esto tiene otro problema, Kenzou-dono. Escuche, Daruu podría viajar a Kusagakure y a Uzushiogakure para informar de cualquier problema que ocurriese en Amegakure, pero si un problema ocurriese en sus villas, ¿cómo avisarían ustedes?
»Exacto, no podrían.
—A falta de una idea mejor, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin —coincidió Hanabi. Pero el Gentoushin, como ya habían hablado, entrañaba otra serie de complicaciones. No obstante, como Hanabi bien apuntó, podían organizar comunicaciones periódicas para informarse.
—A mí lo de los turnos me parece estupendo, pero creo que bastaría con uno o dos al día —dijo—. Nuestros países están muy lejos, ¿tan urgente podría ser la emergencia? —No necesitó más de un segundo para rectificar—: Bueno, sí, tienes razón, tienes razón.
»Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió. Le había dejado verdaderamente intrigado—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Shanise se reclinó hacia atrás, estirando los brazos por encima del cuerpo. Aunque educada, estaba claro que el protocolo no les iba ni a ella ni a Yui.
—Buuff, es... difícil de explicar. A ver... —comenzó, buscando con cuidado las palabras—. ¿Se imaginan un carruaje que se mueva... sin caballos? —dijo—. Ahora, imaginen. —Shanise se inclinó hacia adelante, hacia ellos, casi tumbando medio cuerpo en la mesa—. Imaginen un carruaje que transcurra sobre unos caminos. Vías. Una serie de carruajes en fila, que como una ristra de hormigas transporte materiales y gente a través de todo Oonindo.
»Suena útil, ¿verdad? Y... beneficioso para el comercio. ¿Cuánta gente creen que pagaría por tener algo así? ¿Cuánta inversión extranjera recibiríamos?
»Además, como dije, un proyecto camufla a otro. Esta tecnología es extraña fuera de nuestra aldea. Nadie sabe qué necesita para funcionar exactamente, excepto nosotros. Compartiremos toda dicha información con Uzushiogakure y Kusagakure si aceptan intentar llevar a cabo el proyecto. Eso quiere decir, que, no se extrañarán de ver cables de cualquier tipo siendo enterrados... por debajo de las vías. Nadie sabrá que el teléfono conecta también a las Tres Grandes, o al menos, no será evidente que estamos planeando conectarlas. La infraestructura será competente para cuando se diesen cuenta.