22/01/2019, 22:08
La respuesta de Shanise, sin embargo, fue dirigida de forma directa a Hanabi:
—Hanabi-dono, soy consciente de que han pasado muchas cosas entre nosotros, y no quiero que se entienda desafío ni burla en mis palabras, pero para contestar a nuestro Morikage me voy a valer de un pequeño ejercicio de imaginación. Hanabi-dono, ¿enviaría usted a Uchiha Datsue a entregar un mensaje a Yui-sama?
Hanabi no necesitó ni dos segundos para contestar a aquella pregunta:
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro. Pero no, no lo enviaría.
Y Kenzou no pudo evitar echarse a reír. ¿Cómo no hacerlo? ¡Por todo lo que estaba escuchando, aquellos dos shinobi eran un verdadero dolor de cabeza con respecto a las relaciones entre villas! Algo así como Sasagani Yota, se tuvo que recordar para sus adentros.
—Yo tampoco me arriesgaría a enviar a Amedama Daruu a Uzushiogakure para nada durante un tiempo. Al menos, durante un tiempo —coincidió Shanise—. No obstante, esto tiene otro problema, Kenzou-dono. Escuche, Daruu podría viajar a Kusagakure y a Uzushiogakure para informar de cualquier problema que ocurriese en Amegakure, pero si un problema ocurriese en sus villas, ¿cómo avisarían ustedes?Exacto, no podrían.
El Morikage se llevó una mano a la barbilla al comprender la dificultad que entrañaba su idea.
—A falta de una idea mejor —continuó Hanabi—, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin. No obstante, ¿por qué reunirnos entre nosotros? Seamos realistas, la mayor parte del tiempo, será para comunicarnos que no hay nada nuevo. Deleguemos en nuestros ninjas. Un equipo de tres, con un cuarto de reserva, por Villa, y que se vayan turnando para las comunicaciones. Una cada ocho horas creo que sería suficiente. Que cada uno traiga a dicho equipo cuando quedemos para revertir el sello de Ayame, para que se conozcan y puedan usar el Gentōshin entre ellos, y listo.
—Oh, qué aguafiestas, mi buen amigo Hanabi-dono —comentó Kenzou, limpiándose una lágrima rebelde del ojo—. ¡Era una buena oportunidad para hablar entre los Kage! Ya sabéis, contarnos nuestras batallitas, nuestros cotilleos... esas cosas.
—Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió el Uzukage—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Shanise echó el cuerpo hacia atrás y estiró los brazos por encima de la cabeza en un gesto que podría denominarse de cualquier manera menos protocolario. Desde luego, aunque aquella mujer era infinitamente más fácil de tratar que su superiora, las formalidades no iban con Amegakure.
—Buuff, es... difícil de explicar. A ver... ¿Se imaginan un carruaje que se mueva... sin caballos? —comenzó a explicar.
Y Kenzou alzó una ceja con extrañeza.
—¿Sin caballos? ¿Con chakra, quizás?
Pero Shanise no le respondió de forma directa:
—Ahora, imaginen. —Shanise se inclinó hacia adelante, hacia ellos, casi tumbando medio cuerpo en la mesa—. Imaginen un carruaje que transcurra sobre unos caminos. Vías. Una serie de carruajes en fila, que como una ristra de hormigas transporte materiales y gente a través de todo Oonindo. Suena útil, ¿verdad? Y... beneficioso para el comercio. ¿Cuánta gente creen que pagaría por tener algo así? ¿Cuánta inversión extranjera recibiríamos? Además, como dije, un proyecto camufla a otro. Esta tecnología es extraña fuera de nuestra aldea. Nadie sabe qué necesita para funcionar exactamente, excepto nosotros. Compartiremos toda dicha información con Uzushiogakure y Kusagakure si aceptan intentar llevar a cabo el proyecto. Eso quiere decir, que, no se extrañarán de ver cables de cualquier tipo siendo enterrados... por debajo de las vías. Nadie sabrá que el teléfono conecta también a las Tres Grandes, o al menos, no será evidente que estamos planeando conectarlas. La infraestructura será competente para cuando se diesen cuenta.
Aunque igual de sonriente que al principio, Kenzou se había quedado de piedra. Y el Morikage intercambió una mirada con Hanabi para comprobar si el Uzukage estaba tan estupefacto como él. Lo que estaba describiendo Shanise era difícil de imaginar. Muy difícil de imaginar. Pero al mismo tiempo...
—¡Es maravilloso! —se carcajeó—. ¡Desde luego que los Amejin sois realmente ingeniosos con todos esos cacharros vuestros! ¿No cree, Hanabi-dono? Además podríamos poner a nuestros shinobi para ayudar con las obras, eso desempolvará a nuestros genin más jóvenes.
—Hanabi-dono, soy consciente de que han pasado muchas cosas entre nosotros, y no quiero que se entienda desafío ni burla en mis palabras, pero para contestar a nuestro Morikage me voy a valer de un pequeño ejercicio de imaginación. Hanabi-dono, ¿enviaría usted a Uchiha Datsue a entregar un mensaje a Yui-sama?
Hanabi no necesitó ni dos segundos para contestar a aquella pregunta:
—Me gustaría poder responder que sí en un futuro. Pero no, no lo enviaría.
Y Kenzou no pudo evitar echarse a reír. ¿Cómo no hacerlo? ¡Por todo lo que estaba escuchando, aquellos dos shinobi eran un verdadero dolor de cabeza con respecto a las relaciones entre villas! Algo así como Sasagani Yota, se tuvo que recordar para sus adentros.
—Yo tampoco me arriesgaría a enviar a Amedama Daruu a Uzushiogakure para nada durante un tiempo. Al menos, durante un tiempo —coincidió Shanise—. No obstante, esto tiene otro problema, Kenzou-dono. Escuche, Daruu podría viajar a Kusagakure y a Uzushiogakure para informar de cualquier problema que ocurriese en Amegakure, pero si un problema ocurriese en sus villas, ¿cómo avisarían ustedes?Exacto, no podrían.
El Morikage se llevó una mano a la barbilla al comprender la dificultad que entrañaba su idea.
—A falta de una idea mejor —continuó Hanabi—, creo que no nos queda más remedio que optar por el Gentōshin. No obstante, ¿por qué reunirnos entre nosotros? Seamos realistas, la mayor parte del tiempo, será para comunicarnos que no hay nada nuevo. Deleguemos en nuestros ninjas. Un equipo de tres, con un cuarto de reserva, por Villa, y que se vayan turnando para las comunicaciones. Una cada ocho horas creo que sería suficiente. Que cada uno traiga a dicho equipo cuando quedemos para revertir el sello de Ayame, para que se conozcan y puedan usar el Gentōshin entre ellos, y listo.
—Oh, qué aguafiestas, mi buen amigo Hanabi-dono —comentó Kenzou, limpiándose una lágrima rebelde del ojo—. ¡Era una buena oportunidad para hablar entre los Kage! Ya sabéis, contarnos nuestras batallitas, nuestros cotilleos... esas cosas.
—Si te parece bien, Kenzou-dono. Y a ti también, Shanise-dono, sigamos avanzando. Por favor, no te preocupes por las cláusulas que comenté, creo que será mejor dejarlo para el final. ¿Por qué no nos hablas de ese otro proyecto tecnológico destinado a camuflar el primero? –sugirió el Uzukage—. Además, se me está ocurriendo una pequeña idea para la mano de obra de las líneas.
Shanise echó el cuerpo hacia atrás y estiró los brazos por encima de la cabeza en un gesto que podría denominarse de cualquier manera menos protocolario. Desde luego, aunque aquella mujer era infinitamente más fácil de tratar que su superiora, las formalidades no iban con Amegakure.
—Buuff, es... difícil de explicar. A ver... ¿Se imaginan un carruaje que se mueva... sin caballos? —comenzó a explicar.
Y Kenzou alzó una ceja con extrañeza.
—¿Sin caballos? ¿Con chakra, quizás?
Pero Shanise no le respondió de forma directa:
—Ahora, imaginen. —Shanise se inclinó hacia adelante, hacia ellos, casi tumbando medio cuerpo en la mesa—. Imaginen un carruaje que transcurra sobre unos caminos. Vías. Una serie de carruajes en fila, que como una ristra de hormigas transporte materiales y gente a través de todo Oonindo. Suena útil, ¿verdad? Y... beneficioso para el comercio. ¿Cuánta gente creen que pagaría por tener algo así? ¿Cuánta inversión extranjera recibiríamos? Además, como dije, un proyecto camufla a otro. Esta tecnología es extraña fuera de nuestra aldea. Nadie sabe qué necesita para funcionar exactamente, excepto nosotros. Compartiremos toda dicha información con Uzushiogakure y Kusagakure si aceptan intentar llevar a cabo el proyecto. Eso quiere decir, que, no se extrañarán de ver cables de cualquier tipo siendo enterrados... por debajo de las vías. Nadie sabrá que el teléfono conecta también a las Tres Grandes, o al menos, no será evidente que estamos planeando conectarlas. La infraestructura será competente para cuando se diesen cuenta.
Aunque igual de sonriente que al principio, Kenzou se había quedado de piedra. Y el Morikage intercambió una mirada con Hanabi para comprobar si el Uzukage estaba tan estupefacto como él. Lo que estaba describiendo Shanise era difícil de imaginar. Muy difícil de imaginar. Pero al mismo tiempo...
—¡Es maravilloso! —se carcajeó—. ¡Desde luego que los Amejin sois realmente ingeniosos con todos esos cacharros vuestros! ¿No cree, Hanabi-dono? Además podríamos poner a nuestros shinobi para ayudar con las obras, eso desempolvará a nuestros genin más jóvenes.