22/01/2019, 22:56
El minino se quedó mirándola durante unos instantes. Entonces torció la cabeza y abrió la boca. Pero no fue un maullido lo que salió de entre sus fauces:
—¡Nyo, sólo tenía curiosidad! Defecto de gato.
Gritaba Ayame, casi eclipsando con el volumen de su voz las palabras del gato.
Pero Kokuō sólo alzó ligeramente las cejas.
«Por supuesto, ¿no pensaría que los humanos son los únicos que pueden hablar?»
No. De hecho la señorita ya había visto en más de una ocasión a un animal que hablara. Pero parecía que nunca dejaba de sorprenderse.
—Curiosidad, ¿eh?... Supongo que sabrá lo que dicen sobre la curiosidad y los gatos...
Kokuō torció ligeramente el gesto.
—¿Es una invocación de un humano?
—¡Nyo, sólo tenía curiosidad! Defecto de gato.
«¡Habla! ¡Está hablando!»
Gritaba Ayame, casi eclipsando con el volumen de su voz las palabras del gato.
Pero Kokuō sólo alzó ligeramente las cejas.
«Por supuesto, ¿no pensaría que los humanos son los únicos que pueden hablar?»
No. De hecho la señorita ya había visto en más de una ocasión a un animal que hablara. Pero parecía que nunca dejaba de sorprenderse.
—Curiosidad, ¿eh?... Supongo que sabrá lo que dicen sobre la curiosidad y los gatos...
«¡Kokuō, no lo asustes! ¡Pregúntale si es una invocación!»
Kokuō torció ligeramente el gesto.
—¿Es una invocación de un humano?