23/01/2019, 12:30
Tanto Kenzou como Hanabi se maravillaron ante la propuesta de Amegakure. Shanise se sonrió a sí misma detrás de su aparato respirador. El ANBU, a su lado, se movió con inquietud, y echó una miradita al bosque. El chico no pudo evitar preguntarse qué tan diferente sería el trato con los altos mandos de la aldea si Shanise estuviera al mando.
—Y estos… carruajes, ¿qué tan grandes pueden ser? ¿A qué velocidad pueden ir? Sin duda, Uzushiogakure se apunta al proyecto.
—De momento, sólo hemos construído prototipos —admitió Shanise encogiéndose de hombros—. Pero Hanabi-dono. Decenas de personas. Quizás una centena. Al menos el doble de rápido que un shinobi, y si va por vías, salvando el terreno difícil...
»Sin duda será una revolución.
Quedando conformes en ese aspecto, era el momento de pasar a otro asunto. Hanabi lanzó una propuesta relacionada con la realización de misiones conjuntas. Quizás, como había sugerido Kenzou, estaba bien empezar precisamente por las tareas de construcción de las vías y de la instalación de la red telefónica.
—No veo ningún problema con ello, Hanabi-dono. Me parece... bien. —Shanise echó un vistazo a la arboleda de detrás, esperando que Yui apareciese en cualquier momento para protestar. Suspiró—. Hanabi. Sé que Yui es difícil. Yo creo que intenta hacerlo lo mejor que puede y quiere la paz tanto como tú —señaló, tuteando al Uzukage por primera vez—. Subió al poder aupada por el pueblo tras acabar con un intento de golpe de estado. Es una mujer fiera, una mujer que se desenvuelve bien en un entorno en el que hace falta... mano dura.
»Quizás ha llegado la hora de que Amegakure deje de estar tan alerta. Pero eso ella no lo concibe. No está hecha para tiempos de paz. Creo... que hasta ella misma está empezándose a dar cuenta.
El ANBU a su lado comenzó a temblar violentamente de nuevo.
»Les voy a ser sincera, y espero que esto quede entre nosotros. Estos últimos años, incluso todavía, hemos tenido varios intentos de sublevación, y grupos terroristas internos. La mayoría, miembros de nuestro mismo clan. Y esa es la única razón por la que he podido convencerla de que no abdique... en mi.
»No sé cuánto durará en el cargo, pero incluso si cede el sombrero, espero que se quede en la aldea, porque si un Zoku sube al poder... bueno, Hanabi, creo que ya sabes qué traen ese tipo de mentalidades, ¿eh? —Shanise movió los hombros haciendo círculos, relajándose. Quizás decirlo en un momento como aquél había sido del todo inapropiado, ¿pero con quién más podría compartir algo así? Yui era un perro viejo, casi tanto como Kenzou. Pero desafortunadamente, Yui no era Kenzou, ni era Shiona. Ella estaba empezando a dejar de representar al grueso de Amegakure. Había tanta distancia entre ella y alguien como Daruu, o como Ayame, o como Karamaru, o como Reika, o como Roga... Quizás no tanto con Kaido. Pero Kaido... quizás ya no formase parte de de Amegakure tampoco—. Por mi parte, siento más orgullo que nadie por la Lluvia, pero también creo que deberíamos cuidar más las relaciones con Uzushiogakure, como cuando Shiona estaba al cargo. Veo en ti buena voluntad, y siento que si dejamos que el resentimiento sea muy grande, llegará un momento que la brecha sea insalvable. Y alguien explotará. —Ayame, Daruu o Datsue: eso seguro.
»Si forzar a nuestros ninjas a colaborar puede hacer que el peligro de un futuro conflicto entre nuestras naciones se levante, entonces cuenta también con la voluntad de los Hijos de Amegakure, uzujin. —Se permitió quitarse la máscara, y mostró una sonrisa similar a la de Yui. Una sonrisa con los dientes afilados como una sierra. Hanabi y Kenzou ya habían visto varias veces este rasgo, quizás se estaban empezando a preguntar si sería una genética típica de la Tormenta.
—Y estos… carruajes, ¿qué tan grandes pueden ser? ¿A qué velocidad pueden ir? Sin duda, Uzushiogakure se apunta al proyecto.
—De momento, sólo hemos construído prototipos —admitió Shanise encogiéndose de hombros—. Pero Hanabi-dono. Decenas de personas. Quizás una centena. Al menos el doble de rápido que un shinobi, y si va por vías, salvando el terreno difícil...
»Sin duda será una revolución.
Quedando conformes en ese aspecto, era el momento de pasar a otro asunto. Hanabi lanzó una propuesta relacionada con la realización de misiones conjuntas. Quizás, como había sugerido Kenzou, estaba bien empezar precisamente por las tareas de construcción de las vías y de la instalación de la red telefónica.
—No veo ningún problema con ello, Hanabi-dono. Me parece... bien. —Shanise echó un vistazo a la arboleda de detrás, esperando que Yui apareciese en cualquier momento para protestar. Suspiró—. Hanabi. Sé que Yui es difícil. Yo creo que intenta hacerlo lo mejor que puede y quiere la paz tanto como tú —señaló, tuteando al Uzukage por primera vez—. Subió al poder aupada por el pueblo tras acabar con un intento de golpe de estado. Es una mujer fiera, una mujer que se desenvuelve bien en un entorno en el que hace falta... mano dura.
»Quizás ha llegado la hora de que Amegakure deje de estar tan alerta. Pero eso ella no lo concibe. No está hecha para tiempos de paz. Creo... que hasta ella misma está empezándose a dar cuenta.
El ANBU a su lado comenzó a temblar violentamente de nuevo.
»Les voy a ser sincera, y espero que esto quede entre nosotros. Estos últimos años, incluso todavía, hemos tenido varios intentos de sublevación, y grupos terroristas internos. La mayoría, miembros de nuestro mismo clan. Y esa es la única razón por la que he podido convencerla de que no abdique... en mi.
»No sé cuánto durará en el cargo, pero incluso si cede el sombrero, espero que se quede en la aldea, porque si un Zoku sube al poder... bueno, Hanabi, creo que ya sabes qué traen ese tipo de mentalidades, ¿eh? —Shanise movió los hombros haciendo círculos, relajándose. Quizás decirlo en un momento como aquél había sido del todo inapropiado, ¿pero con quién más podría compartir algo así? Yui era un perro viejo, casi tanto como Kenzou. Pero desafortunadamente, Yui no era Kenzou, ni era Shiona. Ella estaba empezando a dejar de representar al grueso de Amegakure. Había tanta distancia entre ella y alguien como Daruu, o como Ayame, o como Karamaru, o como Reika, o como Roga... Quizás no tanto con Kaido. Pero Kaido... quizás ya no formase parte de de Amegakure tampoco—. Por mi parte, siento más orgullo que nadie por la Lluvia, pero también creo que deberíamos cuidar más las relaciones con Uzushiogakure, como cuando Shiona estaba al cargo. Veo en ti buena voluntad, y siento que si dejamos que el resentimiento sea muy grande, llegará un momento que la brecha sea insalvable. Y alguien explotará. —Ayame, Daruu o Datsue: eso seguro.
»Si forzar a nuestros ninjas a colaborar puede hacer que el peligro de un futuro conflicto entre nuestras naciones se levante, entonces cuenta también con la voluntad de los Hijos de Amegakure, uzujin. —Se permitió quitarse la máscara, y mostró una sonrisa similar a la de Yui. Una sonrisa con los dientes afilados como una sierra. Hanabi y Kenzou ya habían visto varias veces este rasgo, quizás se estaban empezando a preguntar si sería una genética típica de la Tormenta.