24/01/2019, 01:08
Un transporte que podía llevar a un centenar de personas, y el doble de rápido de lo que viajaría un shinobi medio. Pero, ¡aquello era inmenso! ¡Iban a ver el nacimiento de una nueva era en Oonindo! Ya se veía a zonas como el País del Viento frotándose las manos. El turismo y el comercio siempre había sido complicado con ellos, dado el gran obstáculo que presentaba su interminable desierto. Y no solo les serviría para enriquecerse, sino que quizá también mejorase la calidad de vida de muchos de ellos.
Algo de tal envergadura era la oportunidad perfecta para poner a sus shinobi a trabajar juntos. Hanabi así lo propuso, y la respuesta fue favorable por parte de ambos. Shanise fue a más, asegurando que Yui quería la paz tanto como él. «Vaya, ese sí es un gran ejercicio de imaginación…» Si la quisiese tanto como él, no dejaría que su orgullo y temperamento se interpusiesen en cada nueva propuesta para el Pacto. Aunque, ¿quizá ere ese orgullo y ese temperamento el que le había servido para mantenerse donde estaba? Por lo que siguió revelando Shanise, así podía parecer. Lo cual no quitaba que…
…siguiese siendo un gran ejercicio de imaginación.
Pero sin duda, si algo jugaba en otra escala, eso era…
—Un Zoku es lo peor que le puede pasar a Oonindo —concedió, dándole la razón a Shanise. ¿Qué traían ese tipo de mentalidades, había dicho? Estaba más que claro:—. Un Zoku es lo que trajo a las Antiguas Cinco a desaparecer.
»Aprecio mucho estas palabras, Shanise —dijo, cuando ella terminó y, en un acto simbólico, se quitó la máscara—. Sé que tuvimos nuestras diferencias, y os agradezco también, a los dos —dijo, pasando la mirada de Shanise a Kenzou—, la comprensión que mostrasteis tras lo sucedido con Zoku. Feo asunto, aquel. Muy turbio, y teníais todos los motivos del mundo para darnos la espalda después de aquello.
»Y sin embargo, aquí estamos. Que nuestros ancestros te oigan, Shanise —dijo, emocionado, tuteándola a ella también—. Y que hoy sirva no solo para prepararse contra Kurama, sino para forjar un Pacto a tres más largo y próspero incluso que el anterior.
»El Pacto de los Tres Grandes.
Hanabi estaba emocionado por cómo se estaba desarrollando todo. Si le hubiesen preguntado cómo quería que saliese la reunión, hubiese descrito exactamente lo que estaba sucediendo. No, incluso estaba superando sus mejores expectativas. Estaba emocionado, sí, contento como no lo había estado hacía mucho tiempo.
Sus labios sonreían.
Su alma sonreía.
Su chakra sonreía.
Su… ¿chakra?
¡Crass! Las tacitas de té estallaron en añicos al unísono, incapaces de soportar la tremebunda presión que sobrecargó el ambiente, como si de repente la fuerza de gravedad se hubiese multiplicado por cien. Una presión provocada por un poder colosal, tan asfixiante que podía derretir un glaciar, y que hasta entonces había estado eclipsado y escondido en un cuerpo de apariencia frágil y ojeroso. En el cuerpo del...
...líder de Uzushiogakure no Sato.
—¡Oh, disculpadme! —se apresuró Hanabi a exclamar, alarmado, volviendo a opacar su chakra, que bien podía ser el de un bijuu, en lo más profundo de su pecho—. ¡Me vine demasiado arriba por la emoción! —se excusó, mientras se rascaba la nuca y esbozaba una tenue sonrisa, avergonzado por su desliz. Ah, ¡él que había avisado a sus jonin de no mover un dedo y al final era él quien la cagaba!
Esperaba que aquello quedase en eso: en una anécdota.
Algo de tal envergadura era la oportunidad perfecta para poner a sus shinobi a trabajar juntos. Hanabi así lo propuso, y la respuesta fue favorable por parte de ambos. Shanise fue a más, asegurando que Yui quería la paz tanto como él. «Vaya, ese sí es un gran ejercicio de imaginación…» Si la quisiese tanto como él, no dejaría que su orgullo y temperamento se interpusiesen en cada nueva propuesta para el Pacto. Aunque, ¿quizá ere ese orgullo y ese temperamento el que le había servido para mantenerse donde estaba? Por lo que siguió revelando Shanise, así podía parecer. Lo cual no quitaba que…
…siguiese siendo un gran ejercicio de imaginación.
Pero sin duda, si algo jugaba en otra escala, eso era…
—Un Zoku es lo peor que le puede pasar a Oonindo —concedió, dándole la razón a Shanise. ¿Qué traían ese tipo de mentalidades, había dicho? Estaba más que claro:—. Un Zoku es lo que trajo a las Antiguas Cinco a desaparecer.
»Aprecio mucho estas palabras, Shanise —dijo, cuando ella terminó y, en un acto simbólico, se quitó la máscara—. Sé que tuvimos nuestras diferencias, y os agradezco también, a los dos —dijo, pasando la mirada de Shanise a Kenzou—, la comprensión que mostrasteis tras lo sucedido con Zoku. Feo asunto, aquel. Muy turbio, y teníais todos los motivos del mundo para darnos la espalda después de aquello.
»Y sin embargo, aquí estamos. Que nuestros ancestros te oigan, Shanise —dijo, emocionado, tuteándola a ella también—. Y que hoy sirva no solo para prepararse contra Kurama, sino para forjar un Pacto a tres más largo y próspero incluso que el anterior.
»El Pacto de los Tres Grandes.
Hanabi estaba emocionado por cómo se estaba desarrollando todo. Si le hubiesen preguntado cómo quería que saliese la reunión, hubiese descrito exactamente lo que estaba sucediendo. No, incluso estaba superando sus mejores expectativas. Estaba emocionado, sí, contento como no lo había estado hacía mucho tiempo.
Sus labios sonreían.
Su alma sonreía.
Su chakra sonreía.
Su… ¿chakra?
¡Crass! Las tacitas de té estallaron en añicos al unísono, incapaces de soportar la tremebunda presión que sobrecargó el ambiente, como si de repente la fuerza de gravedad se hubiese multiplicado por cien. Una presión provocada por un poder colosal, tan asfixiante que podía derretir un glaciar, y que hasta entonces había estado eclipsado y escondido en un cuerpo de apariencia frágil y ojeroso. En el cuerpo del...
Poder 140
...líder de Uzushiogakure no Sato.
—¡Oh, disculpadme! —se apresuró Hanabi a exclamar, alarmado, volviendo a opacar su chakra, que bien podía ser el de un bijuu, en lo más profundo de su pecho—. ¡Me vine demasiado arriba por la emoción! —se excusó, mientras se rascaba la nuca y esbozaba una tenue sonrisa, avergonzado por su desliz. Ah, ¡él que había avisado a sus jonin de no mover un dedo y al final era él quien la cagaba!
Esperaba que aquello quedase en eso: en una anécdota.