24/01/2019, 01:21
Lo que vino a continuación fue incluso más inesperado que el reemplazo de liderazgo de Yui a Shanise. Verán, hasta ahora se han hecho varias analogías entre la tormenta y la posibilidad de una discusión en la mesa, pero la tempestad que guardaba Hanabi en su interior y que no pudo aguantar dentro superaba todas las previsiones. Está claro que Hanabi era el Uzukage, y por supuesto que eso significaba que era fuerte, pero para ser sinceros, había kages más fuertes que otros y Hanabi parecía el más débil de los tres: larguirucho, pero escuchimizado y ojeroso.
La puta que lo parió. ¡Ese hombre! De los huracanes se suele decir que su centro es un refugio tranquilo que contrasta con su cerco exterior, pero en Hanabi era al revés. Hanabi era el ojo del huracán, y el huracán lo llevaba por dentro.
Durante unos momentos, no pudieron moverse, ni casi respirar. El ANBU dejó de temblar porque no pudo mover ni un vello del cuerpo.
Shanise tragó saliva, mirando de reojo los añicos de la taza de té de Yui.
—Por los huevos de Amenokami, Hanabi, qué coño... eso ha sido... interesante. —¿Eso había sido una amenaza? No debía de serlo, a juzgar por la expresión alarmada de Akimichi Katsudon. No. Era de verdad que había sido sin querer—. Por el amor de... ¡Hanabi-dono! ¡Contrólese! ¡Lo siento! ¡Qué coño lo siento! ¿¡Qué cojones ha sido...!?
Ahem, se aclaró la garganta Shanise.
»Como sea, aún tenemos cosas de qué hablar. Creo que deberíamos reforzar la seguridad, como mínimo de nuestros países y fronteras. Un poco más de control en localizaciones estratégicas no vendría nada mal. Y todavía nos queda el tema de mi Fuuinjutsu de control de accesos y de sus medidas contra el descuido de información. Y ya que andamos hablando de colaborar, podríamos valorar crear un grupo de ninjas que sirvan al Pacto, y no a las Villas. Ya sabéis. Aunque no sean neutrales del todo. ¿Una especie de guardias encargados de proteger el Pacto y de investigar a esos condenados Generales?
La puta que lo parió. ¡Ese hombre! De los huracanes se suele decir que su centro es un refugio tranquilo que contrasta con su cerco exterior, pero en Hanabi era al revés. Hanabi era el ojo del huracán, y el huracán lo llevaba por dentro.
Durante unos momentos, no pudieron moverse, ni casi respirar. El ANBU dejó de temblar porque no pudo mover ni un vello del cuerpo.
Shanise tragó saliva, mirando de reojo los añicos de la taza de té de Yui.
—Por los huevos de Amenokami, Hanabi, qué coño... eso ha sido... interesante. —¿Eso había sido una amenaza? No debía de serlo, a juzgar por la expresión alarmada de Akimichi Katsudon. No. Era de verdad que había sido sin querer—. Por el amor de... ¡Hanabi-dono! ¡Contrólese! ¡Lo siento! ¡Qué coño lo siento! ¿¡Qué cojones ha sido...!?
Ahem, se aclaró la garganta Shanise.
»Como sea, aún tenemos cosas de qué hablar. Creo que deberíamos reforzar la seguridad, como mínimo de nuestros países y fronteras. Un poco más de control en localizaciones estratégicas no vendría nada mal. Y todavía nos queda el tema de mi Fuuinjutsu de control de accesos y de sus medidas contra el descuido de información. Y ya que andamos hablando de colaborar, podríamos valorar crear un grupo de ninjas que sirvan al Pacto, y no a las Villas. Ya sabéis. Aunque no sean neutrales del todo. ¿Una especie de guardias encargados de proteger el Pacto y de investigar a esos condenados Generales?