12/10/2015, 18:39
La conversación era larga y de carácter profundo, tal como debería ser cuando se habla de temas que resultan ser tan subjetivos. Expresarse, dar la opinión, plantear la realidad y todas aquellas cosas que determinan la manera en que el mundo se desarrolla ante nuestros ojos.
Ante las palabras del pelado, Kazuma se dio cuenta de que tampoco sabía mucho sobre las leyes de Amegakure. Aquello le hizo sentirse un poco insatisfecho, pues le hubiera gustado visitar aquel lugar en algún momento, para aprender sobre sus leyes y poder compararlas con las instauradas en su propia villa.
En la costa reinaba un silencio tenue, en ocasiones solo era destronado por el conversar de dos jóvenes, cuyas filosóficas palabras se perdían entre el arrullo de las olas y el crepitar de la cercana fogata. El fuego solo tenía por objetivos el calentarles, puesto que luz no estaba ausente en aquella noche. La luna que ya se encontraba muy alta en la esfera celeste todo lo cubría y todo lo iluminaba.
Nada podía permanecer oculto en aquella noche, ni las opiniones de los shinobis, ni nada que estuviera bajo la luz del gran astro nocturno.
—No hay problema, después de todo dentro de unos instantes no podríamos seguir conversando de esta manera —Aseguro mientras se levantaba para quedar sentado mirando hacia línea costera.
Inmediatamente le hizo un gesto a Karamaru para que observara en la dirección hacia donde apuntaba con su dedo.
A lo lejos se desplazaban, como si fueran una masa sin forma que se arrastra por la arena. Sombras que parecían separarse y unirse sin limitación alguna, moviéndose de forma lenta pero constante. Perturbadores como eran, habrían pasado desapercibidos en la noche de no ser por la luz de luna.
De inmediato el Ishimura se dio cuenta de que se trataba de un grupo de personas. Sin embargo no eran turistas o habitantes de la aldea. Solo shinobis entrenados como ellos dos hubieran podido mantener la calma y entender que eran gente vestida de negro que trataba de moverse sigilosamente.
—Conservemos la calma y mantengámonos en guardia.
Era como si aquellos seres hubieran escuchado la pregunta de su acompañante, y como si hubieran decidido responderla haciendo acto de presencia.
Ante las palabras del pelado, Kazuma se dio cuenta de que tampoco sabía mucho sobre las leyes de Amegakure. Aquello le hizo sentirse un poco insatisfecho, pues le hubiera gustado visitar aquel lugar en algún momento, para aprender sobre sus leyes y poder compararlas con las instauradas en su propia villa.
En la costa reinaba un silencio tenue, en ocasiones solo era destronado por el conversar de dos jóvenes, cuyas filosóficas palabras se perdían entre el arrullo de las olas y el crepitar de la cercana fogata. El fuego solo tenía por objetivos el calentarles, puesto que luz no estaba ausente en aquella noche. La luna que ya se encontraba muy alta en la esfera celeste todo lo cubría y todo lo iluminaba.
Nada podía permanecer oculto en aquella noche, ni las opiniones de los shinobis, ni nada que estuviera bajo la luz del gran astro nocturno.
—No hay problema, después de todo dentro de unos instantes no podríamos seguir conversando de esta manera —Aseguro mientras se levantaba para quedar sentado mirando hacia línea costera.
Inmediatamente le hizo un gesto a Karamaru para que observara en la dirección hacia donde apuntaba con su dedo.
A lo lejos se desplazaban, como si fueran una masa sin forma que se arrastra por la arena. Sombras que parecían separarse y unirse sin limitación alguna, moviéndose de forma lenta pero constante. Perturbadores como eran, habrían pasado desapercibidos en la noche de no ser por la luz de luna.
De inmediato el Ishimura se dio cuenta de que se trataba de un grupo de personas. Sin embargo no eran turistas o habitantes de la aldea. Solo shinobis entrenados como ellos dos hubieran podido mantener la calma y entender que eran gente vestida de negro que trataba de moverse sigilosamente.
—Conservemos la calma y mantengámonos en guardia.
Era como si aquellos seres hubieran escuchado la pregunta de su acompañante, y como si hubieran decidido responderla haciendo acto de presencia.