24/01/2019, 16:40
—Je… —soltó con una leve sonrisa, aunque posiblemente Rōga no podría verla desde su lugar. Al parecer no era la única con una revancha futura.
El que el chico se hubiese sobreesforzado le recordó a su madre. ”Toma mi brazo derecho como advertencia” resonó la voz de Komachi en su mente. Se preguntó si ella misma, en algún momento, se vería en una situación donde tendría que forzar su cuerpo a tal límite.
—Está… Está bien tomarse el tiempo pa-para mejorar… Para acon… acondicionarse, creo. Llevo… Tengo mucho… tiempo entrenando. Y sigo sin… sigo sin lograr lo que… aquello que… Sigo sin dominar la técnica de mi madre… No. Mi técnica. Sé que tomará… Tomará incluso más tiempo. Y esfuerzo. Se la mostraré cuando esté lista, Rōga-san.
La kunoichi escuchó entonces de manera atenta la historia que el peliazul contó. La hermandad que los Raikages creaban, y cómo sus ancestros eran practicantes del nintaijutsu, el cual era un término que Ranko había escuchado muy pocas veces, pero intuía de qué iba.
”Creo que… Curiosamente, Kuumi y yo no alcanzaríamos a ser ese tipo de hermanas. Yo no podría igualar su fuerza.”
—N-no sé cómo sea Amegakure, pero… Pero me alegra q-que tenga una buena… ahm… que pueda vivir bien. Significa… Creo… Significa que puede… ahm… crear un legado por usted mismo. Uno propio. Creo.
Tal vez era el estar un poco herida, flotando en un valle a muchos kilómetros de casa, o el que haya estado relativamente cerca de morir a manos de un extranjero, o el hecho de que estuviese conectándose con otra persona por medio de una plática sobre ancestros, familia y peleas. Ranko no sabía por qué, pero su mente se encontraba tranquila. Tal vez no podía hablar sin interrumpirse, pero sentía que podría charlar por mucho tiempo en ese estado. Podría pasar toda una tarde flotando a la deriva en Unraikyo.
—Ha… —comenzó, después de un rato de darse valor de hacer la pregunta —. ¿Ha encontrado a su… hermano, Rōga-san?
El que el chico se hubiese sobreesforzado le recordó a su madre. ”Toma mi brazo derecho como advertencia” resonó la voz de Komachi en su mente. Se preguntó si ella misma, en algún momento, se vería en una situación donde tendría que forzar su cuerpo a tal límite.
—Está… Está bien tomarse el tiempo pa-para mejorar… Para acon… acondicionarse, creo. Llevo… Tengo mucho… tiempo entrenando. Y sigo sin… sigo sin lograr lo que… aquello que… Sigo sin dominar la técnica de mi madre… No. Mi técnica. Sé que tomará… Tomará incluso más tiempo. Y esfuerzo. Se la mostraré cuando esté lista, Rōga-san.
La kunoichi escuchó entonces de manera atenta la historia que el peliazul contó. La hermandad que los Raikages creaban, y cómo sus ancestros eran practicantes del nintaijutsu, el cual era un término que Ranko había escuchado muy pocas veces, pero intuía de qué iba.
”Creo que… Curiosamente, Kuumi y yo no alcanzaríamos a ser ese tipo de hermanas. Yo no podría igualar su fuerza.”
—N-no sé cómo sea Amegakure, pero… Pero me alegra q-que tenga una buena… ahm… que pueda vivir bien. Significa… Creo… Significa que puede… ahm… crear un legado por usted mismo. Uno propio. Creo.
Tal vez era el estar un poco herida, flotando en un valle a muchos kilómetros de casa, o el que haya estado relativamente cerca de morir a manos de un extranjero, o el hecho de que estuviese conectándose con otra persona por medio de una plática sobre ancestros, familia y peleas. Ranko no sabía por qué, pero su mente se encontraba tranquila. Tal vez no podía hablar sin interrumpirse, pero sentía que podría charlar por mucho tiempo en ese estado. Podría pasar toda una tarde flotando a la deriva en Unraikyo.
—Ha… —comenzó, después de un rato de darse valor de hacer la pregunta —. ¿Ha encontrado a su… hermano, Rōga-san?
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