25/01/2019, 19:05
—Nyasta tú debes reconyocer las... ventajas de poseer un cuerpo humanyo, Kokuo-nyan —respondió el felino, levantando una de sus manos y moviendo los dedos con agilidad—. Nyay muchas cosas que mis zarpas pueden nyacer. Pero nyay otras muchas que nyo.
—Sí, muchas ventajas —replicó Kokuō, llena de sarcasmo. Alzó una mano, y comenzó a enumerar sacando dedo por dedo—. Tienes que comer para no enfermar (¡pero no puedes comer cualquier cosa porque podría resultar tóxica!), debes beber, eres pequeño y debilucho, te enfermas con facilidad... Sí, no se me podría ocurrir nada mejor.
Protestó la jovencita, pero Kokuō no se lamentó de nada. Visto de aquella manera, era sorprendente que su hermano Kurama hubiese conseguido hacer todo aquello con un cuerpo humano.
—Nyo nyos llama mucho, la verdad —añadió el gato, respondiendo a la segunda pregunta del Bijū—. Ha empezado a nyentrenar con nyosotros nyo hace nada. Pero el pacto lo firmó nyace unos meses, cuando recibió su nyuevo rango de nyuunin.
PLOOOOOOOOOM. Aquel había sido otro mazazo al orgullo de Ayame. La muchacha llevaba algo más de dos meses encerrada en su propio cuerpo, sin posibilidad de hacer nada, y mucho menos seguir entrenando como kunoichi. Y todo aquello había sucedido cuando apenas se había atrevido a dar el paso de solicitar que le repitieran la prueba de Chūnin...
La sensación de que se quedaba atrás era más fuerte que nunca.
—Ahora que lo pienso, usted conoce mi nombre... pero yo no conozco el suyo —Kokuō redirigió la brillante mirada de sus ojos turquesas hacia el felino.
—Sí, muchas ventajas —replicó Kokuō, llena de sarcasmo. Alzó una mano, y comenzó a enumerar sacando dedo por dedo—. Tienes que comer para no enfermar (¡pero no puedes comer cualquier cosa porque podría resultar tóxica!), debes beber, eres pequeño y debilucho, te enfermas con facilidad... Sí, no se me podría ocurrir nada mejor.
«Jo, Kokuō...»
Protestó la jovencita, pero Kokuō no se lamentó de nada. Visto de aquella manera, era sorprendente que su hermano Kurama hubiese conseguido hacer todo aquello con un cuerpo humano.
—Nyo nyos llama mucho, la verdad —añadió el gato, respondiendo a la segunda pregunta del Bijū—. Ha empezado a nyentrenar con nyosotros nyo hace nada. Pero el pacto lo firmó nyace unos meses, cuando recibió su nyuevo rango de nyuunin.
«¿Hace... unos meses...?»
PLOOOOOOOOOM. Aquel había sido otro mazazo al orgullo de Ayame. La muchacha llevaba algo más de dos meses encerrada en su propio cuerpo, sin posibilidad de hacer nada, y mucho menos seguir entrenando como kunoichi. Y todo aquello había sucedido cuando apenas se había atrevido a dar el paso de solicitar que le repitieran la prueba de Chūnin...
La sensación de que se quedaba atrás era más fuerte que nunca.
—Ahora que lo pienso, usted conoce mi nombre... pero yo no conozco el suyo —Kokuō redirigió la brillante mirada de sus ojos turquesas hacia el felino.