25/01/2019, 19:45
La Alianza de las Tres Grandes. Le gustaba. Joder, le gustaba mucho. Desde que Yui se había ido a dar un paseo, las cosas estaban yendo rodadas. Hasta se había olvidado ya de sus pastillas.
—Ah, en lo que nosotros queramos, Kenzou-dono. Consistirá en lo que los tres queramos —dijo, esbozando una sonrisa—. Una promesa a no faltar jamás a los intereses de la Alianza. A ser leales a ella. A protegerla. Hay que pensar bien la promesa en cuestión, tenerla muy definida y delimitada, porque, bueno, si la incumples te mueres. —Así de sencillo y rotundo.
¿Debía decir que aquel jutsu era la herencia de Uzumaki Zoku? No, probablemente no. Era mejor sufrir de una amnesia temporal, como le había sucedido al anciano Kenzou. Más allá de que, en realidad, no le veía nada de malo. Zoku había sido una víbora que trató de emponzoñar Oonindo con su veneno, sí. Pero todo el mundo sabía que era, precisamente de los venenos, de donde se sacaban los antídotos.
Zoku, sin saberlo, había dado la fórmula necesaria al mundo para curarse de tipejos como él.
—Ah, en lo que nosotros queramos, Kenzou-dono. Consistirá en lo que los tres queramos —dijo, esbozando una sonrisa—. Una promesa a no faltar jamás a los intereses de la Alianza. A ser leales a ella. A protegerla. Hay que pensar bien la promesa en cuestión, tenerla muy definida y delimitada, porque, bueno, si la incumples te mueres. —Así de sencillo y rotundo.
¿Debía decir que aquel jutsu era la herencia de Uzumaki Zoku? No, probablemente no. Era mejor sufrir de una amnesia temporal, como le había sucedido al anciano Kenzou. Más allá de que, en realidad, no le veía nada de malo. Zoku había sido una víbora que trató de emponzoñar Oonindo con su veneno, sí. Pero todo el mundo sabía que era, precisamente de los venenos, de donde se sacaban los antídotos.
Zoku, sin saberlo, había dado la fórmula necesaria al mundo para curarse de tipejos como él.