26/01/2019, 06:14
Se alegró de que el chico tomara la batuta y fuese delante de ella, y le conmovió un poco que él estuviese atento a si Ranko seguía tras de él.
”O tal vez quiere alejarse de ti, y está esperando el momento en que te distraigas… No, Ranko, ¡no pienses cosas tan feas!”
La biblioteca era un lugar enorme, o al menos en comparación con el resto del lugar. Le encantó el lugar, pues parecía muy acogedor a pesar de la iluminación algo sencilla. No había tantas personas como había imaginado. Su casa tenía una biblioteca, aunque estaba llena más que nada de libros de política, tratados de comercio y libros de historia de Kusagakure y del País del Bosque. Su rinconcito de cuentos y poesía era ínfimo comparado con los libros de cuentas y finanzas de su padre. Ranko suspiró algo parecido al alivio, y siguió los pasos de Kazuma.
Llegaron a una mesa algo apartada. Había incluso menos personas en esa parte de la biblioteca, lo que tranquilizó levemente a la kunoichi. El ruido de plática era minúsculo comparado con el que había en la sala principal y el jardín, apenas un susurro.
—E-es excelente —respondió con una sonrisa. Quiso sentarse por un momento, pero pasó de las sillas y fue a los estantes, curiosa de qué lectura podría consumir. Un tipo diferente de curiosidad surcó su mente, y tardó varios segundos en salir de entre sus labios —. Ahm… Disculpe… ¿C-cómo… cómo es la… la… la poesía de… la poesía de Hanamura-san? M-m-me refiero a… ¿q-qué le hace... ? ¿qué le hace… escribir?
Era una pregunta algo compleja, mas esperaba haberla expresado de manera correcta. Realmente quería saber cómo otros hacían cosas. Cómo hablaban, cómo entrenaban e, incluso, cómo escribían.
”O tal vez quiere alejarse de ti, y está esperando el momento en que te distraigas… No, Ranko, ¡no pienses cosas tan feas!”
La biblioteca era un lugar enorme, o al menos en comparación con el resto del lugar. Le encantó el lugar, pues parecía muy acogedor a pesar de la iluminación algo sencilla. No había tantas personas como había imaginado. Su casa tenía una biblioteca, aunque estaba llena más que nada de libros de política, tratados de comercio y libros de historia de Kusagakure y del País del Bosque. Su rinconcito de cuentos y poesía era ínfimo comparado con los libros de cuentas y finanzas de su padre. Ranko suspiró algo parecido al alivio, y siguió los pasos de Kazuma.
Llegaron a una mesa algo apartada. Había incluso menos personas en esa parte de la biblioteca, lo que tranquilizó levemente a la kunoichi. El ruido de plática era minúsculo comparado con el que había en la sala principal y el jardín, apenas un susurro.
—E-es excelente —respondió con una sonrisa. Quiso sentarse por un momento, pero pasó de las sillas y fue a los estantes, curiosa de qué lectura podría consumir. Un tipo diferente de curiosidad surcó su mente, y tardó varios segundos en salir de entre sus labios —. Ahm… Disculpe… ¿C-cómo… cómo es la… la… la poesía de… la poesía de Hanamura-san? M-m-me refiero a… ¿q-qué le hace... ? ¿qué le hace… escribir?
Era una pregunta algo compleja, mas esperaba haberla expresado de manera correcta. Realmente quería saber cómo otros hacían cosas. Cómo hablaban, cómo entrenaban e, incluso, cómo escribían.
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