26/01/2019, 17:35
—Ah, en lo que nosotros queramos, Kenzou-dono. Consistirá en lo que los tres queramos —respondió Hanabi, más alegremente de lo que la situación exigía—. Una promesa a no faltar jamás a los intereses de la Alianza. A ser leales a ella. A protegerla. Hay que pensar bien la promesa en cuestión, tenerla muy definida y delimitada, porque, bueno, si la incumples te mueres.
Aunque conservaba su eterna sonrisa, el ceño de Kenzou se frunció aún más. Aquel asunto de la Alianza de las Tres Grandes estaba comenzando a sobrepasar cualquier tipo de línea.
Afortunadamente, en aquella ocasión no era el único que lo estaba viendo: Shanise se había vuelto hacia el tembloroso ANBU y le mandó buscar a Yui con urgencia.
Bien. Iban a necesitar de su poderoso temperamento en aquel truculento asunto.
—No es mi intención arruinar esta pacífica reunión llena de pacíficas intenciones —habló el Morikage, incorporándose en su asiento y apoyando sendas manos sobre el tablero, y su voz sonó inusualmente severa. Su intención perseguía el propósito de ganar tiempo para la llegada de la Tormenta y, de paso, aprovechar utilizar su propio poder de influencia—. Pero no sólo estáis solicitando utilizar a nuestros shinobi para alejarlos de sus aldeas para proteger esto que estamos llamando Alianza, sino que ahora se está proponiendo incluso la utilización de una técnica de sellado... con un doble rasero muy peligroso: la muerte.
»¿Eso son las Alianzas para ti, Hanabi? ¿Colaboración voluntariosa con el filo de un kunai siempre apuntando a tu cuello? Disculpadme, pero creo que este asunto comienza a atravesar unas líneas impensables.
Si la idea de Shanise no le había agradado, desde luego que la de Hanabi le había sentado como si le hubiese escupido en la mejilla.
Aunque conservaba su eterna sonrisa, el ceño de Kenzou se frunció aún más. Aquel asunto de la Alianza de las Tres Grandes estaba comenzando a sobrepasar cualquier tipo de línea.
Afortunadamente, en aquella ocasión no era el único que lo estaba viendo: Shanise se había vuelto hacia el tembloroso ANBU y le mandó buscar a Yui con urgencia.
Bien. Iban a necesitar de su poderoso temperamento en aquel truculento asunto.
—No es mi intención arruinar esta pacífica reunión llena de pacíficas intenciones —habló el Morikage, incorporándose en su asiento y apoyando sendas manos sobre el tablero, y su voz sonó inusualmente severa. Su intención perseguía el propósito de ganar tiempo para la llegada de la Tormenta y, de paso, aprovechar utilizar su propio poder de influencia—. Pero no sólo estáis solicitando utilizar a nuestros shinobi para alejarlos de sus aldeas para proteger esto que estamos llamando Alianza, sino que ahora se está proponiendo incluso la utilización de una técnica de sellado... con un doble rasero muy peligroso: la muerte.
»¿Eso son las Alianzas para ti, Hanabi? ¿Colaboración voluntariosa con el filo de un kunai siempre apuntando a tu cuello? Disculpadme, pero creo que este asunto comienza a atravesar unas líneas impensables.
Si la idea de Shanise no le había agradado, desde luego que la de Hanabi le había sentado como si le hubiese escupido en la mejilla.