26/01/2019, 19:44
Era un día caluroso y soleado, como todos lo eran en el País del Viento. Kaido y Muñeca caminaban por un pasillo amplio, de piedra, decorado con mil cuadros y ornamentos de plata. Estaban dentro de un palacio, escoltados por dos guardias de impecable indumentaria, gris y marrón. Detrás de ellos, Comadreja, el contacto que Kyūtsuki les había facilitado.
Había sido un viaje largo, aquel. Habían encontrado un guía en el País del Fuego que les llevó hasta Inaka. Hasta casi Inaka, más bien, pues el terror al que le tenía sometido Muñeca provocó que una noche huyese para no volver. Habían pasado días vagando, perdidos, en las eternas dunas del desierto. Hasta que la suerte hizo que se encontrasen con un río, que al seguirlo corriente abajo, les llevó hasta la ciudad.
Casi no lo contaron.
Más tarde, cuando Kaido recordó a Comadreja quiénes eran, este empezó a hacer algo más que dejarse invitar a copichuelas y cenas ostentosas. Les llevó hasta allí, el palacio de Gabbra Takuya, un noble menor que, casualmente, tenía un encargo peculiar. Un encargo que se amoldaba mejor a un ninja solitario, sin la bandera de ninguna Villa, pues iba en contra de la ley.
Para cumplirlo, se necesitaría nada más y nada menos que colarse en la Prisión del Yermo. Y, además, ofrecería facilidades para ello. En palabras de Comadreja, les ayudaría con el objetivo de Kaido, y además les pagaría por ello. Era como matar tres pájaros de un flechazo. Comadreja siempre se había enorgullecido de nunca dar una oferta menos jugosa que aquella. Matar dos pájaros de un flechazo era, cómo a él le gustaba decir, para amateurs.
—¿Os parece si llevo yo la negociación? —preguntó Comadreja, que al contrario de lo que podía parecer, su cara no tenía nada que ver con su apodo. Era un hombre apuesto, de unos treinta años, de pelo anaranjado y vivos ojos azules. Alto, delgado, y con la barba recién afeitada.
Había sido un viaje largo, aquel. Habían encontrado un guía en el País del Fuego que les llevó hasta Inaka. Hasta casi Inaka, más bien, pues el terror al que le tenía sometido Muñeca provocó que una noche huyese para no volver. Habían pasado días vagando, perdidos, en las eternas dunas del desierto. Hasta que la suerte hizo que se encontrasen con un río, que al seguirlo corriente abajo, les llevó hasta la ciudad.
Casi no lo contaron.
Más tarde, cuando Kaido recordó a Comadreja quiénes eran, este empezó a hacer algo más que dejarse invitar a copichuelas y cenas ostentosas. Les llevó hasta allí, el palacio de Gabbra Takuya, un noble menor que, casualmente, tenía un encargo peculiar. Un encargo que se amoldaba mejor a un ninja solitario, sin la bandera de ninguna Villa, pues iba en contra de la ley.
Para cumplirlo, se necesitaría nada más y nada menos que colarse en la Prisión del Yermo. Y, además, ofrecería facilidades para ello. En palabras de Comadreja, les ayudaría con el objetivo de Kaido, y además les pagaría por ello. Era como matar tres pájaros de un flechazo. Comadreja siempre se había enorgullecido de nunca dar una oferta menos jugosa que aquella. Matar dos pájaros de un flechazo era, cómo a él le gustaba decir, para amateurs.
—¿Os parece si llevo yo la negociación? —preguntó Comadreja, que al contrario de lo que podía parecer, su cara no tenía nada que ver con su apodo. Era un hombre apuesto, de unos treinta años, de pelo anaranjado y vivos ojos azules. Alto, delgado, y con la barba recién afeitada.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado