27/01/2019, 00:31
(Última modificación: 27/01/2019, 00:32 por Amekoro Yui.)
—¡AY, ME CAGO EN LA PUTA, KENZOU, CONTRÓLATE! —exclamó Yui, apartando la mano de golpe, que estaba roja e hinchada—. Muy bien. ¡¡Muy bien, joder!! ¡La PUTA Alianza de los Tres Grandes, entonces!
Yui, ignorando cualquier signo de respeto a los samuráis que vivían en aquella peculiar tierra, se subió encima de la mesa de reuniones del templo de un salto. Shanise se llevó las manos a la cabeza. El ANBU de Amegakure agachó la cabeza, temeroso.
»¡¡VAMOS, NINJAS DE LAS TRES GRANDES!! ¡Le enseñaremos a ESE PUTO MONSTRUO DE MIERDA DE LO QUE ESTÁN HECHAS LAS MEJORES NACIONES SHINOBI DE LA HISTORIA. Pateémosles el puto culo. ¡¡Y lo haremos a nuestra manera!!
»¡Siguiendo el legado de los nuestros! ¡¡Siguiendo el legado de nuestros fundadores!! ¡Por Shiomaru! ¡Por Riona! ¡Por Kouta! —Yui alzó el puño hacia los cielos. Su voz retumbó en todo el templo, a pesar de que estuvieran en el exterior. Y en los corazones de quienes la escucharon.
Quién sabe, si alguna vez se cruzaba con alguno de esos dichosos generales, quizás pudiera preguntarle si fueron ellos los que destrozaron su estatua.
«No, en esto no hay quien te gane, Yuyu... en esto no...», pensó Shanise. «Hostias, mierda. ¡No he explicado mi Fuuinjutsu! ¡Y ahora cómo corto yo esto!»
Yui, ignorando cualquier signo de respeto a los samuráis que vivían en aquella peculiar tierra, se subió encima de la mesa de reuniones del templo de un salto. Shanise se llevó las manos a la cabeza. El ANBU de Amegakure agachó la cabeza, temeroso.
»¡¡VAMOS, NINJAS DE LAS TRES GRANDES!! ¡Le enseñaremos a ESE PUTO MONSTRUO DE MIERDA DE LO QUE ESTÁN HECHAS LAS MEJORES NACIONES SHINOBI DE LA HISTORIA. Pateémosles el puto culo. ¡¡Y lo haremos a nuestra manera!!
»¡Siguiendo el legado de los nuestros! ¡¡Siguiendo el legado de nuestros fundadores!! ¡Por Shiomaru! ¡Por Riona! ¡Por Kouta! —Yui alzó el puño hacia los cielos. Su voz retumbó en todo el templo, a pesar de que estuvieran en el exterior. Y en los corazones de quienes la escucharon.
Quién sabe, si alguna vez se cruzaba con alguno de esos dichosos generales, quizás pudiera preguntarle si fueron ellos los que destrozaron su estatua.
«No, en esto no hay quien te gane, Yuyu... en esto no...», pensó Shanise. «Hostias, mierda. ¡No he explicado mi Fuuinjutsu! ¡Y ahora cómo corto yo esto!»