27/01/2019, 02:36
(Última modificación: 27/01/2019, 12:02 por Moyashi Kenzou. Editado 1 vez en total.)
Yui se quejó entre aulladas blasfemias y Hanabi aguantó como pudo el tipo (aunque se le notaba tan o más dolorido que a la propia Arashikage). Pero a Kenzou no le importó. A ninguno de ellos les importó, en realidad. La emoción les embarcó. Las voces se alzaron como gigantes y reverberaron en todas y cada una de las superficies del templo, aterrorizando a los jonin y ANBU; que, como pequeños mortales estaban viendo a la triada de dioses aliándose sobre sus pies. El mundo tembló bajo el poder de los tres. Y las rocas se partieron con un terrible crujido...
¿Se partieron?
¡Vaya que sí se habían partido!
Bancos, mesa, suelo... nada pudo sobreponerse al Jinchuuriki del Remolino.
Y pese al perceptible terror del resto de personas allí presentes, Kenzou rompió a reír.
—¡JAJAJAJAJA! ¡Ya veréis cuando se enteren esos estirados samuráis! Por mucha Alianza que haya entre nosotros, no contéis con Kusagakure para pagar los desperfectos, ¿eh? Esto ha sido todo culpa del loquillo del Uzukage. Mi buen Hanabi-dono, creo que vas a tener que subir los impuestos en tu querida aldea oara pagar esto, jajajaja.
¿Se partieron?
¡Vaya que sí se habían partido!
Bancos, mesa, suelo... nada pudo sobreponerse al Jinchuuriki del Remolino.
Y pese al perceptible terror del resto de personas allí presentes, Kenzou rompió a reír.
—¡JAJAJAJAJA! ¡Ya veréis cuando se enteren esos estirados samuráis! Por mucha Alianza que haya entre nosotros, no contéis con Kusagakure para pagar los desperfectos, ¿eh? Esto ha sido todo culpa del loquillo del Uzukage. Mi buen Hanabi-dono, creo que vas a tener que subir los impuestos en tu querida aldea oara pagar esto, jajajaja.