27/01/2019, 18:42
Aquel debía ser el primer día primaveral sin lluvia que habían tenido en mucho, mucho tiempo. Una suave brisa acarició sus cabellos de nieve e hizo ondear la bufanda tras su espalda. Pero Kōri se sentía terriblemente incómodo bajo la mirada de aquel sol que los observaba desde lo alto. Él nunca había sido una persona supersticiosa, pero dadas las graves circunstancias de las últimas semanas y que aquel cielo despejado coincidía precisamente con uno de los eventos más importantes de aquella era, no podía evitar aquel que aquel sentimiento se alojara en su pecho y removiera sus ideas una y otra vez. Aunque, por supuesto, no dejaba que ninguna de aquellas emociones se reflejara en su gesto.
Quizás sí en la furtiva mirada de sus ojos escarchados, que se escapaban de vez en cuando en dirección a la Torre de la Arashikage. En dirección adonde su hermana pequeña estaba cautiva... en el interior de una bestia.
—¿Crees que la reunión dará sus frutos? —preguntó Daruu, reflejando una de esas muchas cuestiones.
Sin girar la cabeza, Kōri dirigió sus ojos hacia el muchacho. Aún tardó algunos segundos en responder:
—Esperemos que sí. Pero me preocupa el... carácter beligerante de Arashikage-sama —confesó, en apenas un susurro—. Aunque... si lo de que Ayame envió una carta al Uzukage era cierto, quizás eso nos facilite un poco las cosas a todos.
Pupilo y maestro se habían reunido en lo alto de la Torre de la Academia, y hasta el momento habían estado contemplando el resto de la aldea en completo silencio, sumidos en sus propios pensamientos. Unos pensamientos que giraban inevitablemente en torno al mismo ojo del huracán.
Quizás sí en la furtiva mirada de sus ojos escarchados, que se escapaban de vez en cuando en dirección a la Torre de la Arashikage. En dirección adonde su hermana pequeña estaba cautiva... en el interior de una bestia.
—¿Crees que la reunión dará sus frutos? —preguntó Daruu, reflejando una de esas muchas cuestiones.
Sin girar la cabeza, Kōri dirigió sus ojos hacia el muchacho. Aún tardó algunos segundos en responder:
—Esperemos que sí. Pero me preocupa el... carácter beligerante de Arashikage-sama —confesó, en apenas un susurro—. Aunque... si lo de que Ayame envió una carta al Uzukage era cierto, quizás eso nos facilite un poco las cosas a todos.
Pupilo y maestro se habían reunido en lo alto de la Torre de la Academia, y hasta el momento habían estado contemplando el resto de la aldea en completo silencio, sumidos en sus propios pensamientos. Unos pensamientos que giraban inevitablemente en torno al mismo ojo del huracán.