27/01/2019, 22:10
Razaro. Un pelón de clase baja, un mísero ladrón. Kaido se imaginó que le habría robado a los Gabbra un par de monedas y que aún así se había ganado la ira de los Dioses que habían favorecido a esos estirados de mierda. Quería cobrárselas, cómo no.
Que se sepa otra cosa de los nobles: eran absurdamente resentidos.
Kaido sonrió y pasó su brazo por el cuello de Comadreja, abrazándole como un gran colega.
—Disculpe mi atrevimiento, Gabbra-sama. Pero necesito que nos cuantifique esa generosidad de la que habla.
El gyojin apretó la clavícula de Comadreja. Oh, ahora era su turno. Y más le valía sacar un tajo apropiado a las circunstancias del encargo, porque o sino; bien podían irse todos ellos a la mismísima mierda.
Que se sepa otra cosa de los nobles: eran absurdamente resentidos.
Kaido sonrió y pasó su brazo por el cuello de Comadreja, abrazándole como un gran colega.
—Disculpe mi atrevimiento, Gabbra-sama. Pero necesito que nos cuantifique esa generosidad de la que habla.
El gyojin apretó la clavícula de Comadreja. Oh, ahora era su turno. Y más le valía sacar un tajo apropiado a las circunstancias del encargo, porque o sino; bien podían irse todos ellos a la mismísima mierda.