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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#62
¡Y aún por encima provocaba la caída de Yui! ¡Qué mala pata la suya!

Cuando ella se levantó, masticando su nombre, se produjo uno de esos silencios que un hombre o una mujer presenciaba, como mucho, una vez en la vida. Katsudon tragó saliva. La ANBU no sabía ya donde meterse. A Hanabi las tres pastillas para la ansiedad que se acababa de tomar le parecían pocas. Pues, ese silencio, era el silencio que se escucha cuando la guillotina cae sobre tu cuello. O cuando la bomba A que tienes en la mano se ilumina antes de…


¡JAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

¡POR AMENOKAMI, QUÉ HOSTIÓN!


La guillotina se quedó atascada a medio camino. La bomba tenía la pólvora mojada. Nadie supo exactamente qué había sucedido. Tan solo que acababan de presenciar un verdadero milagro.

Yui se le acercó sonriente y le dio un señor pellizco en el brazo, que le hizo esbozar una de esas sonrisas muy forzadas, en la que juntabas los labios para que no se viese los dientes apretándose los unos contra otros para contener un aullido. Si Kenzou era lo que se llamaba un tipo fuerte, Yui no se quedaba atrás.

Estaré encantado, Yui-dono. Estaré encantado… —A Hanabi parte de la alegría ya se le había esfumado. Kenzou tenía razón: iba a tener que sacar la billetera para arreglar aquel desaguisado. Quizá no sería mala idea ofrecer también a los samuráis una caja de la nueva cosecha de vino tinto, por las molestias causadas. Sí, sería lo mejor—. ¡Oh, Shanise-dono! Todavía nos quedaba hablar de ese fuuinjutsu vuestro.

Casi se le había olvidado entre tantas distracciones. Casi.
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Mensajes en este tema
RE: La reunión de los Tres Grandes - por Sarutobi Hanabi - 27/01/2019, 22:16


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