27/01/2019, 22:38
Y después de una peligrosa tensión que pareció haber estado a punto de saltar todo por los aires, la Arashikage se recompuso de la sorpresa con aquella fortaleza suya. Y no sólo no se sintió ofendida ante el poderío demostrado por el Uzukage, sino que la había sorprendido hasta tal punto que ahora le retaba abiertamente a ese duelo que tenían pendiente.
—Vaya... ¿con que dejando al anciano atrás? —suspiró Kenzou, con una risilla.
Entre el manotazo de Kenzou y ahora el pellizco de Yui, el pobre Hanabi estaba acumulando tantos moratones que cualquiera podría llegar a pensar que habían acabado a golpes en lugar de formalizar una pacífica Alianza.
—¡Oh, Shanise-dono! Todavía nos quedaba hablar de ese fuuinjutsu vuestro.
—¿Otro cachivache, quizás? —se aventuró Kenzou, ensanchando aún más su sonrisa como un niño pequeño que acaba de descubrir un juguete nuevo.
—Verán, como sabrán, todos los seres humanos tienen una imprenta de chakra propia. Cada chakra es de un color y tiene unos rastros... —comenzó a explicarse Shanise, aclarándose la garganta—. Lo que he conseguido es crear un Fuuinjutsu de barrera al que se le puede alimentar con diferentes imprentas de chakra, y cuando alguien entra en el rango, pues... la técnica compara con todos los registros. Si los registros no coincidieran, la barrera detecta la intrusión... y el lugar de la misma. Actualmente sólo podemos proteger una habitación, pero con la ayuda de los expertos de todas las villas... podríamos abarcar a toda una villa. A esto me refería con que no tendría que preocuparse por Amedama. Podría teletransportarse, sí. Pero lo sabría al instante. La barrera necesita mantenerse por varios ejecutores, que se pueden ir relevando para descansar. Probablemente haya que hacer turnos nocturnos para tenerla veinticuatro horas levantada... pero creo que es nuestra mejor baza para evitar intrusos.
Kenzou, que ya había vuelto a sentarse en su lugar, volvía a mesarse la barba con interés. No había resultado ser otro cacharro Amejin, pero no dejaba de sorprenderse. Como experto en técnicas de sellado que era, era perfectamente capaz de reconocer una técnica de alto valor como aquella.
—Interesante... muy interesante —murmuró. Una barrera así les permitiría no sólo protegerse de intrusiones, sino de cualquier amenaza que intentara derribar sus defensas—. ¿Pero eso quiere decir que tendríamos que... disponer de una muestra de esa impronta de chakra de cada uno de nuestros ciudadanos? ¿Y qué pasaría con la gente nueva que entrara y saliera de la aldea? Ya sabes, comerciantes y eso.
—Vaya... ¿con que dejando al anciano atrás? —suspiró Kenzou, con una risilla.
Entre el manotazo de Kenzou y ahora el pellizco de Yui, el pobre Hanabi estaba acumulando tantos moratones que cualquiera podría llegar a pensar que habían acabado a golpes en lugar de formalizar una pacífica Alianza.
—¡Oh, Shanise-dono! Todavía nos quedaba hablar de ese fuuinjutsu vuestro.
—¿Otro cachivache, quizás? —se aventuró Kenzou, ensanchando aún más su sonrisa como un niño pequeño que acaba de descubrir un juguete nuevo.
—Verán, como sabrán, todos los seres humanos tienen una imprenta de chakra propia. Cada chakra es de un color y tiene unos rastros... —comenzó a explicarse Shanise, aclarándose la garganta—. Lo que he conseguido es crear un Fuuinjutsu de barrera al que se le puede alimentar con diferentes imprentas de chakra, y cuando alguien entra en el rango, pues... la técnica compara con todos los registros. Si los registros no coincidieran, la barrera detecta la intrusión... y el lugar de la misma. Actualmente sólo podemos proteger una habitación, pero con la ayuda de los expertos de todas las villas... podríamos abarcar a toda una villa. A esto me refería con que no tendría que preocuparse por Amedama. Podría teletransportarse, sí. Pero lo sabría al instante. La barrera necesita mantenerse por varios ejecutores, que se pueden ir relevando para descansar. Probablemente haya que hacer turnos nocturnos para tenerla veinticuatro horas levantada... pero creo que es nuestra mejor baza para evitar intrusos.
Kenzou, que ya había vuelto a sentarse en su lugar, volvía a mesarse la barba con interés. No había resultado ser otro cacharro Amejin, pero no dejaba de sorprenderse. Como experto en técnicas de sellado que era, era perfectamente capaz de reconocer una técnica de alto valor como aquella.
—Interesante... muy interesante —murmuró. Una barrera así les permitiría no sólo protegerse de intrusiones, sino de cualquier amenaza que intentara derribar sus defensas—. ¿Pero eso quiere decir que tendríamos que... disponer de una muestra de esa impronta de chakra de cada uno de nuestros ciudadanos? ¿Y qué pasaría con la gente nueva que entrara y saliera de la aldea? Ya sabes, comerciantes y eso.