27/01/2019, 23:52
—Bueno, este, yo...— Le costaba admitirlo, pero por esta vez la pereza había invadido su cuerpo de tal forma que aquella piedra se le antojaba cómo un colchón de plumas. —Pues, me quedaré aquí un rato acostado—. Cruzó los brazos detrás de su nuca para usarlos de almohada improvisada. —No creerás lo que te digo pero esta roca está muy cómoda, ¿sabes?— Río un poco nervioso, aunque en su estado peor era nada.
»¿Tú te irás ya? ¿Puedes caminar bien? ¿Segura que no te duele mucho?
»¿Tú te irás ya? ¿Puedes caminar bien? ¿Segura que no te duele mucho?