28/01/2019, 02:09
—Imagino que habrá que registrar en la entrada a cada comerciante que quiera pasar... —asintió Hanabi—. ¿O tienes otra idea en mente, Shanise-dono?
«¿Shanise-"dono".» Se sorprendió Kenzou, que alzó ambas cejas. «Vaya, sí que ha escalado en su escala.»
Y Shanise no tardó en responder a sus cuestiones:
—Hombre, no me dirán que les parece sensato dejar entrar a todo comerciante que quiera dentro de la aldea. Idealmente, todo el que disponga un comercio dentro de la villa residirá en ella y será de confianza. Por supuesto, tendrá su imprenta. ¿Pero esos que traían las mercancías para nuestras tiendas? Tendrán que dejarlas cerca de la entrada, supongo. De todas formas, Kenzou-dono, Hanabi-dono, los comerciantes, si quieren dejarlos pasar... déjenlos pasar. Entran por la puerta. ¿No tienen las puertas vigiladas? —sonrió la mujer—. Se trata de proteger contra entradas subterfugias. No contra las evidentes. Para eso tenemos los guardias de las entradas.
—Por supuesto que tenemos las entradas siempre vigiladas —replicó Kenzou, como si le hubiera ofendido la posibilidad de que estuviera afirmando lo contrario. Aunque, por supuesto, la sonrisa de su rostro indicaba que no lo estaba—. Sin embargo, parece que en los tiempos que corren, ciertas personas están encontrando cierta afición a colarse en territorios ajenos, y me temo que puedan llegar a hacerlo incluso disfrazados de comerciantes o con ideas similares. Desde luego, la idea es fantástica, Shanise-san, pero tendremos que extremar las precauciones y las vigilancias.
«¿Shanise-"dono".» Se sorprendió Kenzou, que alzó ambas cejas. «Vaya, sí que ha escalado en su escala.»
Y Shanise no tardó en responder a sus cuestiones:
—Hombre, no me dirán que les parece sensato dejar entrar a todo comerciante que quiera dentro de la aldea. Idealmente, todo el que disponga un comercio dentro de la villa residirá en ella y será de confianza. Por supuesto, tendrá su imprenta. ¿Pero esos que traían las mercancías para nuestras tiendas? Tendrán que dejarlas cerca de la entrada, supongo. De todas formas, Kenzou-dono, Hanabi-dono, los comerciantes, si quieren dejarlos pasar... déjenlos pasar. Entran por la puerta. ¿No tienen las puertas vigiladas? —sonrió la mujer—. Se trata de proteger contra entradas subterfugias. No contra las evidentes. Para eso tenemos los guardias de las entradas.
—Por supuesto que tenemos las entradas siempre vigiladas —replicó Kenzou, como si le hubiera ofendido la posibilidad de que estuviera afirmando lo contrario. Aunque, por supuesto, la sonrisa de su rostro indicaba que no lo estaba—. Sin embargo, parece que en los tiempos que corren, ciertas personas están encontrando cierta afición a colarse en territorios ajenos, y me temo que puedan llegar a hacerlo incluso disfrazados de comerciantes o con ideas similares. Desde luego, la idea es fantástica, Shanise-san, pero tendremos que extremar las precauciones y las vigilancias.