28/01/2019, 19:57
—Ya.
— Encárgate de los heridos.
Dejé de mantener la capa al mismo tiempo que me impulsaba dando una patada a la pared justo al lado de Eri. En cuanto se cayó la capa pude ver que el hombre que buscaba entre los escombros era un hombre regordete con una antorcha en una mano y una alabarda en la otra, con la alabarda estaba removiendo las piedras.
Fui hacia él a toda velocidad, concentrando el chakra en fortalecer mi cuerpo y en hacer crecer mis garras.
— Ene...
Intentó decir algo mientras levantaba la alabarda hacia mí, pero yo ya estaba saltando a por él y antes de que pudiese decir una palabra más le clavé todas las garras de la mano derecha en la garganta, habiéndosela en el acto e impidiendo que pidiese ayuda. Se tambaleó y soltó la antorcha y la alabarda para llevarse las manos al cuello, muriendo con un gemido ahogado.
Deshice la transformación tan rápido como la había hecho y me caí al suelo de culo tras comprobar que no había nadie más en pie. Había gastado mucho más chakra del que estaba acostumbrado. Hice un breve silbido que Stuffy reconoció al instante y asomó el pescuezo por el boquete que había en el techo, saltando poco después a la fiesta.
Estábamos en lo que tenía que ser la entrada a la mina, había raíles para las vagonetas pero la entrada, reconocible por las estructuras de madera que debían asegurarse de que se mantuviese en pie, estaba bloqueada por una enorme roca que tenía un montón de cuerdas atadas. Seguramente la arrastraban y la empujaban para abrir y cerrar.
El habitáculo era modesto pero amplio, ahora con un techo parcialmente abierto. Obviamente, los raíles seguían hacia las profundidades de la mina. Entre los escombros aún se veía algo de movimiento y se oían algunos quejidos, si Eri buscaba, seguro que encontraba algún superviviente.
— Encárgate de los heridos.
Dejé de mantener la capa al mismo tiempo que me impulsaba dando una patada a la pared justo al lado de Eri. En cuanto se cayó la capa pude ver que el hombre que buscaba entre los escombros era un hombre regordete con una antorcha en una mano y una alabarda en la otra, con la alabarda estaba removiendo las piedras.
Fui hacia él a toda velocidad, concentrando el chakra en fortalecer mi cuerpo y en hacer crecer mis garras.
— Ene...
Intentó decir algo mientras levantaba la alabarda hacia mí, pero yo ya estaba saltando a por él y antes de que pudiese decir una palabra más le clavé todas las garras de la mano derecha en la garganta, habiéndosela en el acto e impidiendo que pidiese ayuda. Se tambaleó y soltó la antorcha y la alabarda para llevarse las manos al cuello, muriendo con un gemido ahogado.
Deshice la transformación tan rápido como la había hecho y me caí al suelo de culo tras comprobar que no había nadie más en pie. Había gastado mucho más chakra del que estaba acostumbrado. Hice un breve silbido que Stuffy reconoció al instante y asomó el pescuezo por el boquete que había en el techo, saltando poco después a la fiesta.
Estábamos en lo que tenía que ser la entrada a la mina, había raíles para las vagonetas pero la entrada, reconocible por las estructuras de madera que debían asegurarse de que se mantuviese en pie, estaba bloqueada por una enorme roca que tenía un montón de cuerdas atadas. Seguramente la arrastraban y la empujaban para abrir y cerrar.
El habitáculo era modesto pero amplio, ahora con un techo parcialmente abierto. Obviamente, los raíles seguían hacia las profundidades de la mina. Entre los escombros aún se veía algo de movimiento y se oían algunos quejidos, si Eri buscaba, seguro que encontraba algún superviviente.
—Nabi—