28/01/2019, 22:21
—Hemos venido a por el arma, devuélvanosla —
De nuevo, silencio. Tras unos segundos en los que el líder dedicó una mirada a sus súbditos, sonrió. Y todos, al unísono empezaron a reírse. Algunos se cayeron del banco donde estaban aglutinados, otros daban golpes a la mesa, que crujía al borde de la muerte, y otros, los más cercanos al líder intentaban contenerse pero se les escapaban algunas carcajadas.
— Silencio. — pidió el jefe, levantándose, medía tranquilamente dos metros. — Chiquilla, ¿tú eres la kunoichi que ha entrado en la ciudad? ¿Tú eres todo lo que nos manda Uzushiogakure tras semanas haciendo lo que nos place? Tu bestia parece feroz, pero yo tengo cien hombres en estos túneles con varias decenas de rehenes. ¿Qué crees que conseguirás de nosotros apareciendo aquí y exigiendo lo que no es tuyo? Nada.
Se volvió a sentar, dando un largo trago de su copa.
— Ahora vete y dile a tu kage que has fallado o únete y sacia a mis hombres, lo que más te apetezca.
A continuación, los bandidos estallaron en vítores. Le gritaban cochinadas de todo tipo a la pelirroja al mismo tiempo que hacían gesto para que se acercase. Mantuve la calma, más que Stuffy que dio un paso adelante y volvió a ladrar, haciendo que los que estaban más cerca de nosotros se lo pensaran dos veces antes de abrir la boca. Estaba gruñendo, deseoso de entrar y destrozar.
Sin embargo, ambos esperábamos la orden de Eri-sama o que los destrozase a todos.
De nuevo, silencio. Tras unos segundos en los que el líder dedicó una mirada a sus súbditos, sonrió. Y todos, al unísono empezaron a reírse. Algunos se cayeron del banco donde estaban aglutinados, otros daban golpes a la mesa, que crujía al borde de la muerte, y otros, los más cercanos al líder intentaban contenerse pero se les escapaban algunas carcajadas.
— Silencio. — pidió el jefe, levantándose, medía tranquilamente dos metros. — Chiquilla, ¿tú eres la kunoichi que ha entrado en la ciudad? ¿Tú eres todo lo que nos manda Uzushiogakure tras semanas haciendo lo que nos place? Tu bestia parece feroz, pero yo tengo cien hombres en estos túneles con varias decenas de rehenes. ¿Qué crees que conseguirás de nosotros apareciendo aquí y exigiendo lo que no es tuyo? Nada.
Se volvió a sentar, dando un largo trago de su copa.
— Ahora vete y dile a tu kage que has fallado o únete y sacia a mis hombres, lo que más te apetezca.
A continuación, los bandidos estallaron en vítores. Le gritaban cochinadas de todo tipo a la pelirroja al mismo tiempo que hacían gesto para que se acercase. Mantuve la calma, más que Stuffy que dio un paso adelante y volvió a ladrar, haciendo que los que estaban más cerca de nosotros se lo pensaran dos veces antes de abrir la boca. Estaba gruñendo, deseoso de entrar y destrozar.
Sin embargo, ambos esperábamos la orden de Eri-sama o que los destrozase a todos.
—Nabi—