13/10/2015, 15:59
El de cabellera color azabache agradeció el cumplido, si es que realmente se trataba de un cumplido; su manera tampoco fue la mas propicia o correcta quizás, pero a caballo regalado no le mires los dientes. El albino tampoco esperaba una respuesta locuaz, o un profundo agrado, a él le venía sin igual. Mostró de nuevo su sonrisa en respuesta, respuesta que no merecía ni palabras... ¿Qué mas decir?
Tras comentarle que deseaba en algún momento probar esa pizza que llegaría a convertirse en la mejor del mundo, Pino confirmó que sin duda podía. Así mismo, comenzó a labrar un poco mas el porqué de su afán hacia ese oficio.
A Pino no ole movía supuestamente ninguna avaricia salvo la de conseguir renombre en su pizza, y que ésta no fuese un mero útil de fama, si no que se convirtiese en un signo de paz. Según entendía el albino, Pino buscaba que todos confundiesen su sabor a una amarga sensación de bienestar, un falso sentimiento de paz. La idea sin duda no era mala, una de las mas macabras y tergiversadas que jamás hubiese escuchado. Tergiversada por él mismo, pero eso no viene a cuento...
Un dato concluyó su monologo, afirmó en últimas palabras que su mayor logro sería sentir que un sabor fuese capaz de negar que en el mundo solo habían cosas malas. Ésto si que llamó la atención del albino, aunque no de manera efusiva.
«Vaya. Hay gente que aún no ha escarmentado. Ingenuos... ya sentirán y verán con sus propios ojos la realidad, cuando les golpee y sientan que su vida no tiene sentido.»
El albino dejó escapar sin querer un suspiro. Casi lo hizo de manera instintiva, acorde a su pensamiento.
—Cada cual tiene su perspectiva, así como sus objetivos... Para mi, darle ese color al mundo no tiene sentido. Las cosas son como son, busco otras ambiciones.— Contestó con desdén.
Tras comentarle que deseaba en algún momento probar esa pizza que llegaría a convertirse en la mejor del mundo, Pino confirmó que sin duda podía. Así mismo, comenzó a labrar un poco mas el porqué de su afán hacia ese oficio.
A Pino no ole movía supuestamente ninguna avaricia salvo la de conseguir renombre en su pizza, y que ésta no fuese un mero útil de fama, si no que se convirtiese en un signo de paz. Según entendía el albino, Pino buscaba que todos confundiesen su sabor a una amarga sensación de bienestar, un falso sentimiento de paz. La idea sin duda no era mala, una de las mas macabras y tergiversadas que jamás hubiese escuchado. Tergiversada por él mismo, pero eso no viene a cuento...
Un dato concluyó su monologo, afirmó en últimas palabras que su mayor logro sería sentir que un sabor fuese capaz de negar que en el mundo solo habían cosas malas. Ésto si que llamó la atención del albino, aunque no de manera efusiva.
«Vaya. Hay gente que aún no ha escarmentado. Ingenuos... ya sentirán y verán con sus propios ojos la realidad, cuando les golpee y sientan que su vida no tiene sentido.»
El albino dejó escapar sin querer un suspiro. Casi lo hizo de manera instintiva, acorde a su pensamiento.
—Cada cual tiene su perspectiva, así como sus objetivos... Para mi, darle ese color al mundo no tiene sentido. Las cosas son como son, busco otras ambiciones.— Contestó con desdén.