4/02/2019, 20:42
Los arañazos en mi cuerpo se contaban por decenas, pero solo eran eso, arañazos. Una buena noche de sueño reparador y escocerían como su puta madre. Un par de días y se curarían del todo. Tras varios intentos conseguí ponerme en pie, no por las heridas, si no porque la cabeza me daba vueltas de la onda expansiva que me había mandado volando por ahí. Me acerqué al hacha y la tanteé, pesaba como su puta madre. En una situación normal podría cargarla hasta el herrero, sin embargo, en este momento estaba más que complicado. Eri tendría que sellarsela con sus poderes mágicos de Fuinjutsu.
La Uzumaki se encontraría con unas escaleras que bajaban aun más y, al final de esas escaleras, empezaría a oír gimoteos y sonidos lastimeros provenientes del pasillo de la derecha, si lo seguía hallaría varias celdas. La mayoría de las celdas estaban cubiertas de sangre y otros fluidos, con toda clase de instrumentos poco agradables. Los ruidos venían de la celda más profunda, donde encontraría a cuatro mujeres que se callaron de inmediato al oír los pasos.
Tenían toda clase de heridas y marcas de abusos, una sola manta para las cuatro que apenas las cubría y la ropa justa para cubrirse sus partes más intimas. Ni una sola dijo nada ni miró a la kunoichi por puro miedo.
La Uzumaki se encontraría con unas escaleras que bajaban aun más y, al final de esas escaleras, empezaría a oír gimoteos y sonidos lastimeros provenientes del pasillo de la derecha, si lo seguía hallaría varias celdas. La mayoría de las celdas estaban cubiertas de sangre y otros fluidos, con toda clase de instrumentos poco agradables. Los ruidos venían de la celda más profunda, donde encontraría a cuatro mujeres que se callaron de inmediato al oír los pasos.
Tenían toda clase de heridas y marcas de abusos, una sola manta para las cuatro que apenas las cubría y la ropa justa para cubrirse sus partes más intimas. Ni una sola dijo nada ni miró a la kunoichi por puro miedo.
—Nabi—