4/02/2019, 22:14
Aquella vez pareció igual a la anterior, pero Eri seguía intentándolo, concentrada, buscando la manera para poder hacer estallar el globo tal y como Hanabi había hecho al comienzo. Unos segundos más tarde, se abrió un agujero en el globo que, para sorpresa de ambos, terminó por no ser el resultado final, pues tras ello Eri logró hacer estallar el globo.
Al escuchar los aplausos de Hanabi, la kunoichi sonrió, satisfecha, agradeciendo con una inclinación de cabeza las felicitaciones de su Kage.
—Muy bien, ahora que ya sabes como se hace, quiero que explotes el baúl entero —Eri asintió, mirando de reojo todos los que quedaban en el baúl—. Estate un rato explotando los globos de agua, no pares hasta que se acaben. Verás que cada globo adicional te cuesta un poco más. Es parte del entrenamiento.
—Entendido.
Aunque seguramente no le salían ni la mitad de bien que el que acababa de hacer, recordó que aquello era para entrenar y lograr dominar la técnica que su Uzukage quería enseñarla.
—Desgraciadamente, mis ocupaciones como Uzukage son muchas y muy diversas, de modo que tengo que dejarte sola el resto del día. Mañana a la misma hora te quiero aquí otra vez. ¡Hasta luego!
Antes de que la pelirroja pudiera decir un simple hasta luego el líder de la aldea ya se había marchado. Suspiró, dejando caer sus hombros, ahora estaba sola en eso así que al menos no tendría aquel peso sobre sus hombros al ser vigilada. Miró de nuevo el baúl y se agachó, aunque no debería haberlo hecho pues se manchó sus ropas de agua nada más apoyar sus rodillas en el suelo.
Bueno, ya estaba mojada de todos modos.
Contó mentalmente los globos que quedaban, y tras mentalizarse de que se tiraría horas allí, tomó uno de los globos. Se volvió a concentrar, tal y como había hecho antes, y...
El último globo le parecía un milagro del cielo, tras un montón que había explotado de diversas maneras, todavía no se creía que le quedase solo uno en el baúl. Para su sorpresa, había logrado explotar bastantes más de los que imaginaba, aunque otros simplemente habían conseguido descargar todo el agua por pequeños agujeros que se hacían por la presión del chakra. Suspiró y volvió a concentrarse. Estaba cansada y tenía hambre, pero no planeaba abandonar el lugar hasta que todos los globos desapareciesen del baúl, tal y como le había pedido Hanabi antes de marcharse.
Cerró los ojos, mentalizándose de lo que tenía que hacer, y tras tomar aire y dejarlo salir de forma tranquila, volvió a intentarlo.
Allí estaba de nuevo a la mañana siguiente, con el baúl vacío a sus pies —el anterior día no sabía donde dejarlo una vez lo vació—, balanceándose hasta que llegase su Uzukage para continuar con su entrenamiento.
Al escuchar los aplausos de Hanabi, la kunoichi sonrió, satisfecha, agradeciendo con una inclinación de cabeza las felicitaciones de su Kage.
—Muy bien, ahora que ya sabes como se hace, quiero que explotes el baúl entero —Eri asintió, mirando de reojo todos los que quedaban en el baúl—. Estate un rato explotando los globos de agua, no pares hasta que se acaben. Verás que cada globo adicional te cuesta un poco más. Es parte del entrenamiento.
—Entendido.
Aunque seguramente no le salían ni la mitad de bien que el que acababa de hacer, recordó que aquello era para entrenar y lograr dominar la técnica que su Uzukage quería enseñarla.
—Desgraciadamente, mis ocupaciones como Uzukage son muchas y muy diversas, de modo que tengo que dejarte sola el resto del día. Mañana a la misma hora te quiero aquí otra vez. ¡Hasta luego!
Antes de que la pelirroja pudiera decir un simple hasta luego el líder de la aldea ya se había marchado. Suspiró, dejando caer sus hombros, ahora estaba sola en eso así que al menos no tendría aquel peso sobre sus hombros al ser vigilada. Miró de nuevo el baúl y se agachó, aunque no debería haberlo hecho pues se manchó sus ropas de agua nada más apoyar sus rodillas en el suelo.
Bueno, ya estaba mojada de todos modos.
Contó mentalmente los globos que quedaban, y tras mentalizarse de que se tiraría horas allí, tomó uno de los globos. Se volvió a concentrar, tal y como había hecho antes, y...
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El último globo le parecía un milagro del cielo, tras un montón que había explotado de diversas maneras, todavía no se creía que le quedase solo uno en el baúl. Para su sorpresa, había logrado explotar bastantes más de los que imaginaba, aunque otros simplemente habían conseguido descargar todo el agua por pequeños agujeros que se hacían por la presión del chakra. Suspiró y volvió a concentrarse. Estaba cansada y tenía hambre, pero no planeaba abandonar el lugar hasta que todos los globos desapareciesen del baúl, tal y como le había pedido Hanabi antes de marcharse.
Cerró los ojos, mentalizándose de lo que tenía que hacer, y tras tomar aire y dejarlo salir de forma tranquila, volvió a intentarlo.
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Allí estaba de nuevo a la mañana siguiente, con el baúl vacío a sus pies —el anterior día no sabía donde dejarlo una vez lo vació—, balanceándose hasta que llegase su Uzukage para continuar con su entrenamiento.