15/10/2015, 00:53
Otro día simple en la vida de una kunoichi de vagos pensamientos. Nada que hacer por aquí, nada que hacer por allá, parecía que no tenía obligaciones y que tampoco le interesaba conseguirse alguna pero si que había un asuntito que le daba vueltas en la cabeza y que de vez en cuando su propia madre le 'recordaba', pese a tenerlo muy presente.
- Queda poca comida... - Remarcaba la inexistente mujer cada vez que Ritsuko pensaba en comida y recordaba que sus reservas eran escasas. - Ya sé... Luego compro... - Respondía algo fastidiada la pelirroja para luego recordar otro asuntito importante.
Llevar una vida como una kunoichi 'libre', o mejor dicho irresponsable, la había llevado a quedarse sin dinero suficiente como para comprar comida, podía pagar los servicios básicos y demás pero con eso se le iría el poco dinero que le quedaba. - No queda otra Ritsu... - Acotaba la mujer mientras la joven se revolcaba por el piso de su habitación en pleno berrinche.
Sin dinero no hay comida, y sin comida Ritsuko no es feliz. Por ende, ¿qué podía hacer? Herramientas no tenía y ya había salido de la aldea sin motivo aparente. * ¿De dónde sacaban la comida antes de que hubiese dinero...? * Se cuestionaba la kunoichi mientras vagaba por los diferentes paisajes del país.
- ¡Cazaban! - Gritaron ambas féminas al unísono justo cuando pasaban por lo que parecía ser un río. - Bueno, pescar, cazar, es lo mismo... - Se dijo a si misma con una alegre sonrisa mientras se acercaba a la orilla con un baikunai en mano.
No, no iba a arrojar uno al agua a sabiendas que luego no podría recolectar (en el caso de que hiciera blanco) lo que matara. Directamente se arrojaría ella misma al agua ignorando el caudal de río. En pocas palabras, Ritsuko se fue río abajo hasta que finalmente logró atrapar un pescado casi que por milagro.
Al instante en que tuvo su pescado en boca, saltó finalmente para salir del agua y aterrizar de panzazo sobre algo no muy suave a decir verdad y que se movía bastante a decir verdad. - ¿Azul y verde...? - Preguntó con cierta inocencia viendo que debajo suyo había una persona.
Primera vez en la vida de la kunoichi que veía una persona con ojos de dos colores distintos, un rasgo que sin lugar a dudas le serviría de excusa para incordiar por buen rato a este peculiar individuo. Una lástima que el maquillaje de Ritsuko se haya ido con el agua.
- Ey... ¿Cómo te hiciste eso en los ojos? - Preguntó la chica sin mostrarse muy dispuesta a 'liberar' al albino que estaba debajo suyo.