5/02/2019, 21:50
Eri bajó las escaleras que parecían casi infinitas, hasta que escuchó voces y ruidos que provenían desde su derecha. Con precaución giró y justo hallaría lo que buscaba: celdas cubiertas de sangre y de fluidos que no quería saber a quien pertenecían ni de donde provenían, además de distintos instrumentos utilizados no para hacer precisamente el bien. Tras todas aquellas celdas se encontraba una donde cuatro mujeres estaban encerradas, con sus miradas llenas de terror, cubiertas por harapos y probablemente no muy bien de salud.
La kunoichi se acercó rápidamente y habló a las cautivas:
—Soy Uzumaki Eri, kunoichi de Uzushiogakure, y estoy aquí para ayudaros, os sacaré de aquí y os llevaré a la ciudad, ¿vale? Pero antes, poneros esto —se quitó su chaleco y se deshizo de su túnica carmesí, que se la tendió a las mujeres, también hizo lo propio con su camiseta interior. Luego miró en el interior de su mochila y tomó las prendas que tenía de repuesto, dejándoselas para que pudiesen taparse—. Vale, ahora seguidme, os sacaré de aquí.
Se puso su chaleco y se abrochó para no coger frío, pues solo se había quedado con su ropa interior bajo él, y una vez las viese preparadas, abriría la puerta y les haría una señal para que las siguiese, volviendo a donde estuviese Nabi.
La kunoichi se acercó rápidamente y habló a las cautivas:
—Soy Uzumaki Eri, kunoichi de Uzushiogakure, y estoy aquí para ayudaros, os sacaré de aquí y os llevaré a la ciudad, ¿vale? Pero antes, poneros esto —se quitó su chaleco y se deshizo de su túnica carmesí, que se la tendió a las mujeres, también hizo lo propio con su camiseta interior. Luego miró en el interior de su mochila y tomó las prendas que tenía de repuesto, dejándoselas para que pudiesen taparse—. Vale, ahora seguidme, os sacaré de aquí.
Se puso su chaleco y se abrochó para no coger frío, pues solo se había quedado con su ropa interior bajo él, y una vez las viese preparadas, abriría la puerta y les haría una señal para que las siguiese, volviendo a donde estuviese Nabi.