5/02/2019, 23:09
Zetsuo, finalmente, soltó su brazo. Kiroe tuvo que guardar la pequeña dosis de tranquilizante inyectable que sujetaba con la mano libre escondida detrás de la espalda de nuevo en el portaobjetos. En su lugar, soltó otra pequeña risilla a costa del patriarca de los Aotsuki, menospreciando su chiste de amenaza.
Se volteó hacia Ayame cuando ésta llamó su atención.
—Está en casa, deprimidillo. Lleva así desde que no puede ir a visitarte al calabozo —dijo Kiroe—, claro que, nadie le dijo que te sacaron para revertirte el sello —por si se le ocurría salir de la Villa a acompañaros—, así que piensa que todavía sigues allí. Eh, escucha. ¿Quieres bajarte conmigo y...?
»¿...y darle un pequeño sustito? Jijijí...
Se volteó hacia Ayame cuando ésta llamó su atención.
—Está en casa, deprimidillo. Lleva así desde que no puede ir a visitarte al calabozo —dijo Kiroe—, claro que, nadie le dijo que te sacaron para revertirte el sello —por si se le ocurría salir de la Villa a acompañaros—, así que piensa que todavía sigues allí. Eh, escucha. ¿Quieres bajarte conmigo y...?
»¿...y darle un pequeño sustito? Jijijí...