7/02/2019, 22:27
Hanabi no tardó en aparecer, aparentemente ya curado y con una sonrisa alegre dibujada en el rostro. Ella se giró en cuanto él saludó, devolviéndole el saludo con su mano zurda, sin embargo, una vez cuando estuvo frente a la pelirroja, le dedicó una reverencia.
—Buenos días Hanabi-sama —saludó, aunque luego reparó en su error—. Disculpe, Uzukage-sama, Uzukage-sama...
Se rascó la nuca.
—¡Oh, lo conseguiste! ¡Increíble, buen trabajo, Eri-san! —la halagó y ella se sonrojó ligeramente, sonriente—. Bien. Entonces será mejor que te muestre lo siguiente.
Eri asintió y miró atentamente a su kage, quien invocó otro baúl como el anterior, solo que en vez de globos de agua, este tenía, de nuevo, objetos esféricos, que eran, al parecer, de goma. Aunque las dudas se disiparían en cuanto Hanabi volviera a hablar.
—Pelotas de goma. Estas van a ser más difíciles de estallar. Para esto, no sólo tendrás que girar el chakra a toda velocidad, sino que tendrás que hacerlo en todas direcciones, para que la presión en las paredes de la pelota sea igual de fuerte.
Eri tragó saliva, acercándose al baúl y mirando las pelotas con cierto miedo.
—No hay duda que una chica tan aplicada como tú será capaz de conseguir este paso en un rato. ¡Adelante, inténtalo!
Sin duda, aquel hombre tenía grandes expectativas sobre la Uzumaki que tenía al lado, así que, tomando aire y armándose de valor, se acercó a la caja donde reposaban las pelotas y tomó una con cuidado. Realizó exactamente los mismos pasos que hizo con los globos de agua, es decir: se tranquilizó, tomo aire, y extendió su mano. De pronto comenzó a sentir como hacía que su chakra giraba, pero no se dirigía a todos lados, por lo que...
PRUUUUUUUUUUF.
Un pequeño agujerito se creó por abajo de la pelota, que comenzó a desinflarse como si se riera de ella por haberlo intentado sin éxito. Gruñó a la pelota, mirándola con desgana, y evitando mirar a su Uzukage por la vergüenza, tomó otra de la caja, dejando la desinflada al lado del baúl.
Al quinto intento, Eri ya comenzaba a desesperarse. Sin duda explotar pelotas de goma era muchísimo más complicado que simplemente reventar globos de agua, claro que bajo la atenta mirada de Hanabi, todo le resultaba mucho peor, pues sentía que a cada minuto que pasaba, él terminaría por cansarse pues ella no era apta para realizar ese tipo de técnica.
Sin embargo, aquel intento resultó algo diferente al resto. No supo qué hizo, pues ya había probado moviendo su chakra de diferentes maneras; pero la pelota que estaba utilizando se rompió por el lateral derecho, desinflándose rápidamente en su mano. Los ojos azules de la kunoichi parecieron brillar por su pequeño logro, y luego miró a Hanabi como una cría enseñándole su gran hazaña a sus padres.
«¡Bien!»
Así que, con el ánimo renovado, volvió a tomar otra.
La pelota tras esa no fue igual, pues no recordaba bien cómo lo había logrado, pero la siguiente sí que lo hizo, y la que vino tras ella, así que poco a poco, Eri sentía que comenzaba a coger el truco, pero algo seguía sin salirle, algo que era fundamental para lograr que las pelotas estallasen como deberían hacer.
Antes de tomar el siguiente intento, sopesó ligeramente sobre la manera en la que lo hacía. Tendría que hacer que su chakra girase en todas direcciones, no solo en un par. La verdad es que la teoría parecía más fácil que la práctica, pero tampoco era capaz de describir lo que estaba haciendo. Suspiró, qué difícil era todo aquello.
Tomando aire y mirando con cierto recelo la pelota, comenzó a mover su chakra, primero fue a un lado pero rápidamente corrigió el fallo, y con ello su corazón se aceleró. Se sentía ligeramente diferente, algo extraño estaba haciendo, pues, al final...
...la bola estalló.
Eri abrió los ojos como platos, primero asustándose por el sonido y luego mirando los pequeños trozos rotos de goma que caían al suelo.
—¡Lo-lo conseguí! —exclamó, dándose cuenta de que tenía la garganta seca. Carraspeó y repitió—, ¡lo conseguí!
Tomó otra llena de alegría y volvió a repetir el proceso, y para su sorpresa, esa también fue capaz de explotarla. Su cara de felicidad era el ejemplo claro de que por dentro estaba ciertamente orgullosa de su logro, así que, sin esperar más, fue a notificarlo.
—Buenos días Hanabi-sama —saludó, aunque luego reparó en su error—. Disculpe, Uzukage-sama, Uzukage-sama...
Se rascó la nuca.
—¡Oh, lo conseguiste! ¡Increíble, buen trabajo, Eri-san! —la halagó y ella se sonrojó ligeramente, sonriente—. Bien. Entonces será mejor que te muestre lo siguiente.
Eri asintió y miró atentamente a su kage, quien invocó otro baúl como el anterior, solo que en vez de globos de agua, este tenía, de nuevo, objetos esféricos, que eran, al parecer, de goma. Aunque las dudas se disiparían en cuanto Hanabi volviera a hablar.
—Pelotas de goma. Estas van a ser más difíciles de estallar. Para esto, no sólo tendrás que girar el chakra a toda velocidad, sino que tendrás que hacerlo en todas direcciones, para que la presión en las paredes de la pelota sea igual de fuerte.
Eri tragó saliva, acercándose al baúl y mirando las pelotas con cierto miedo.
—No hay duda que una chica tan aplicada como tú será capaz de conseguir este paso en un rato. ¡Adelante, inténtalo!
Sin duda, aquel hombre tenía grandes expectativas sobre la Uzumaki que tenía al lado, así que, tomando aire y armándose de valor, se acercó a la caja donde reposaban las pelotas y tomó una con cuidado. Realizó exactamente los mismos pasos que hizo con los globos de agua, es decir: se tranquilizó, tomo aire, y extendió su mano. De pronto comenzó a sentir como hacía que su chakra giraba, pero no se dirigía a todos lados, por lo que...
PRUUUUUUUUUUF.
Un pequeño agujerito se creó por abajo de la pelota, que comenzó a desinflarse como si se riera de ella por haberlo intentado sin éxito. Gruñó a la pelota, mirándola con desgana, y evitando mirar a su Uzukage por la vergüenza, tomó otra de la caja, dejando la desinflada al lado del baúl.
* * *
Al quinto intento, Eri ya comenzaba a desesperarse. Sin duda explotar pelotas de goma era muchísimo más complicado que simplemente reventar globos de agua, claro que bajo la atenta mirada de Hanabi, todo le resultaba mucho peor, pues sentía que a cada minuto que pasaba, él terminaría por cansarse pues ella no era apta para realizar ese tipo de técnica.
Sin embargo, aquel intento resultó algo diferente al resto. No supo qué hizo, pues ya había probado moviendo su chakra de diferentes maneras; pero la pelota que estaba utilizando se rompió por el lateral derecho, desinflándose rápidamente en su mano. Los ojos azules de la kunoichi parecieron brillar por su pequeño logro, y luego miró a Hanabi como una cría enseñándole su gran hazaña a sus padres.
«¡Bien!»
Así que, con el ánimo renovado, volvió a tomar otra.
* * *
La pelota tras esa no fue igual, pues no recordaba bien cómo lo había logrado, pero la siguiente sí que lo hizo, y la que vino tras ella, así que poco a poco, Eri sentía que comenzaba a coger el truco, pero algo seguía sin salirle, algo que era fundamental para lograr que las pelotas estallasen como deberían hacer.
Antes de tomar el siguiente intento, sopesó ligeramente sobre la manera en la que lo hacía. Tendría que hacer que su chakra girase en todas direcciones, no solo en un par. La verdad es que la teoría parecía más fácil que la práctica, pero tampoco era capaz de describir lo que estaba haciendo. Suspiró, qué difícil era todo aquello.
Tomando aire y mirando con cierto recelo la pelota, comenzó a mover su chakra, primero fue a un lado pero rápidamente corrigió el fallo, y con ello su corazón se aceleró. Se sentía ligeramente diferente, algo extraño estaba haciendo, pues, al final...
...la bola estalló.
Eri abrió los ojos como platos, primero asustándose por el sonido y luego mirando los pequeños trozos rotos de goma que caían al suelo.
—¡Lo-lo conseguí! —exclamó, dándose cuenta de que tenía la garganta seca. Carraspeó y repitió—, ¡lo conseguí!
Tomó otra llena de alegría y volvió a repetir el proceso, y para su sorpresa, esa también fue capaz de explotarla. Su cara de felicidad era el ejemplo claro de que por dentro estaba ciertamente orgullosa de su logro, así que, sin esperar más, fue a notificarlo.