7/02/2019, 22:34
Las chicas no parecieron perder el tiempo, así que tomando su ropa no dudaron en seguir a la kunoichi hasta donde estaba Nabi esperándola, cerca del hacha que no parecía moverse de su sitio. Ella no tardó en acercarse a él, pero las chicas fueron arena de otro costal, pues al ver el panorama, corrieron de nuevo solo que esta vez hacia la entrada de la cueva.
—¡Esperad! —exclamó, con miedo de que pudiera ocurrir algún problema.
— Hey —saludó Nabi, poniéndose de pie. Eri miró hacia su posición—. ¿Puedes sellarte el hacha? Estoy demasiado molido para cargarla.
Antes de que pudiera asentir, notó como algo se movía tras ella, sin embargo Nabi fue ligeramente más rápido que su propia reacción, saltando sobre la pelirroja mientras su can se encargaba de acabar con el agresor que acababa de salir de entre las sombras o los muertos, pues ella ni si quiera lo había visto. Eri cerró los ojos por el impacto que recibió, sobre todo teniendo en cuenta que tenía un par de capas menos.
Pero cuando los abrió, notó el cuerpo de Nabi sobre ella, apestando a sangre y probablemente adolorido por la reacción. Su cercanía hizo que se marease ligeramente, e incluso que tuviera que desviar la mirada por su estúpido corazón latiendo tan deprisa.
«Por Shiona-sama, Eri, contrólate, estás en medio de una misión...», recordaba su subconsciente.
—¿Estás bien?
—Sí —soltó, demasiado bajo para su gusto—. Vayámonos de aquí. —Pidió, y en cuanto pudiera, se incorporaría e iría a sellarse el hacha en el otro guante. Tras ello, iría en busca de las chicas que habían salido corriendo para ponerlas a salvo de una buena vez.
—¡Esperad! —exclamó, con miedo de que pudiera ocurrir algún problema.
— Hey —saludó Nabi, poniéndose de pie. Eri miró hacia su posición—. ¿Puedes sellarte el hacha? Estoy demasiado molido para cargarla.
Antes de que pudiera asentir, notó como algo se movía tras ella, sin embargo Nabi fue ligeramente más rápido que su propia reacción, saltando sobre la pelirroja mientras su can se encargaba de acabar con el agresor que acababa de salir de entre las sombras o los muertos, pues ella ni si quiera lo había visto. Eri cerró los ojos por el impacto que recibió, sobre todo teniendo en cuenta que tenía un par de capas menos.
Pero cuando los abrió, notó el cuerpo de Nabi sobre ella, apestando a sangre y probablemente adolorido por la reacción. Su cercanía hizo que se marease ligeramente, e incluso que tuviera que desviar la mirada por su estúpido corazón latiendo tan deprisa.
«Por Shiona-sama, Eri, contrólate, estás en medio de una misión...», recordaba su subconsciente.
—¿Estás bien?
—Sí —soltó, demasiado bajo para su gusto—. Vayámonos de aquí. —Pidió, y en cuanto pudiera, se incorporaría e iría a sellarse el hacha en el otro guante. Tras ello, iría en busca de las chicas que habían salido corriendo para ponerlas a salvo de una buena vez.