16/10/2015, 04:02
Como parecía ser común de ella, de una forma exaltada y vivaz, siguió examinando al inexperimentado Shinobi. Mientras, aclaró, con su dichoso lenguaje, que siempre estuvo acostumbrada a los típicos estereotipos de hombre y mujer. Satoru simplemente sonrió, mostrando su blanca dentadura.
Mas la cosa no terminó ahí. La pelirroja se interesó por el motivo por el cual el ermitaño merodeaba por el lugar. Con el mismo lenguaje de antes, le hizo una interrogante; ¿Los Ninjas meditan? Satoru borró la sonrisa de su rostro. La pregunta lo dejó atónito. Sin palabras.
Aspiró aire para luego exhalarlo lentamente. — Buena pregunta. Yo no sé la respuesta. — Declaró y, nervioso, sonrió. — Y sí, como todo, tiene un objetivo. Pero eso depende de cada uno... en mi caso me relajo y encuentro respuestas. — Continuó luego de escuchar la pregunta que prosiguió. Pero el incomodo aire que había creado Satoru sería roto por la Kunoichi, que se posicionó detrás del mismo y tiró de su larga trenza.
— ¿Qué haces? — Se preguntó a sí mismo mientras giraba su cabeza en la dirección de la pelirroja, que empezó a rodearlo. — ¿Tan interesada está en mí? — Notó la inocente actitud de la chica y no pudo evitar sonreír.
Fue entonces cuando la particular Kunoichi se detuvo y gritó, para después tomar con una de sus manos la larga trenza del Shinobi y empezar a acariciarla. Esta, con un vocabulario normal y corriente, lo interrogó nuevamente; quería saber cuanto tiempo tardaba en hacer una trenza tan larga. — Sí, me toma tiempo. Mucho tiempo. A veces estoy toda la mañana haciéndola. Pero me gusta. Me da tiempo para pensar... — Dejo la frase abierta y guardó silencio, haciendo una larga pausa. — Y reflexionar. — Dibujó en su rostro ya su repetitiva sonrisa para finalizar la oración. Como la pelirroja seguía acariciando su cabello y Satoru no veía optimo darle la espalda a quién le hablaba, se giró en dirección a ella, colocando su trenza en uno de sus hombros. De esta manera la pelirroja iba a poder seguir expirementando con la trenza del ermitaño mientras hablaba con él. Todos felices.
— ¿Y tú? ¿Que te trae aquí? — Le parecía que sería una falta de respeto no interesarse en ella una vez que la Kunoichi lo hizo por él. — Por cierto, soy Satoru. — Dijo antes de que pudiera decir una palabra.
Mas la cosa no terminó ahí. La pelirroja se interesó por el motivo por el cual el ermitaño merodeaba por el lugar. Con el mismo lenguaje de antes, le hizo una interrogante; ¿Los Ninjas meditan? Satoru borró la sonrisa de su rostro. La pregunta lo dejó atónito. Sin palabras.
Aspiró aire para luego exhalarlo lentamente. — Buena pregunta. Yo no sé la respuesta. — Declaró y, nervioso, sonrió. — Y sí, como todo, tiene un objetivo. Pero eso depende de cada uno... en mi caso me relajo y encuentro respuestas. — Continuó luego de escuchar la pregunta que prosiguió. Pero el incomodo aire que había creado Satoru sería roto por la Kunoichi, que se posicionó detrás del mismo y tiró de su larga trenza.
— ¿Qué haces? — Se preguntó a sí mismo mientras giraba su cabeza en la dirección de la pelirroja, que empezó a rodearlo. — ¿Tan interesada está en mí? — Notó la inocente actitud de la chica y no pudo evitar sonreír.
Fue entonces cuando la particular Kunoichi se detuvo y gritó, para después tomar con una de sus manos la larga trenza del Shinobi y empezar a acariciarla. Esta, con un vocabulario normal y corriente, lo interrogó nuevamente; quería saber cuanto tiempo tardaba en hacer una trenza tan larga. — Sí, me toma tiempo. Mucho tiempo. A veces estoy toda la mañana haciéndola. Pero me gusta. Me da tiempo para pensar... — Dejo la frase abierta y guardó silencio, haciendo una larga pausa. — Y reflexionar. — Dibujó en su rostro ya su repetitiva sonrisa para finalizar la oración. Como la pelirroja seguía acariciando su cabello y Satoru no veía optimo darle la espalda a quién le hablaba, se giró en dirección a ella, colocando su trenza en uno de sus hombros. De esta manera la pelirroja iba a poder seguir expirementando con la trenza del ermitaño mientras hablaba con él. Todos felices.
— ¿Y tú? ¿Que te trae aquí? — Le parecía que sería una falta de respeto no interesarse en ella una vez que la Kunoichi lo hizo por él. — Por cierto, soy Satoru. — Dijo antes de que pudiera decir una palabra.