8/02/2019, 16:19
La técnica de Ranko sí logró impactar a Etsu, haciéndole tanto daño como una palmadita en la espalda. La fuerza de la patada de la chica se vio anulada por la técnica del de las rastas.
”¿Q-qué…?”
En un instante, tuvo la sensación de haber golpeado un pilar hecho de granito y de goma al mismo tiempo: no solo detuvo su patada, sino que regresó la fuerza de la misma hacia ella, haciéndole dar vueltas en el suelo como si fuese un juguete. En lo que Ranko se levantaba, con los ojos muy abiertos entre sorpresa y suma atención, Etsu le preguntó si su estilo tenía nombre.
Mientras adoptaba su postura, la kunoichi asintió energéticamente, mas no tuvo tiempo de responder con propiedad. Le emocionaba el hecho de que su compañero se estuviese divirtiendo. Pensó que era un mejor entrenamiento que con Kuumi, pues Etsu le obligaba a pensar más rápido, aunque no tuviese la habilidad para responder con la misma potencia.
Él se lanzó una vez más al ataque. Ranko no hubiese podido evadirlo aunque hubiese querido. La voz de su madre reverberó desde algún rincón de su memoria.
”¡No te distraigas! ¡No descuides tus costados! ¡Intenta ver cuál será el siguiente paso de tu contrincante!”
Apenas y tuvo tiempo de ver el golpe derecho del chico. Lo único que pudo hacer fue intentar bloquearlo con su brazo izquierdo, ejerciendo presión hacia adelante. Aunque sus piernas estaban firmes, el impacto le hizo temblar un poco. Pero el segundo golpe estaba fuera de su visión. Fue un tiro directo que le hizo exhalar.
”¡Aprovecha todo momento!” ¡Si tu oponente te apresa con un brazo, devuélvele dos patadas!”
El tiempo se ralentizó para ella por un segundo, y la chica sintió el creciente espíritu de pelea. A pesar del dolor de su estómago, debía de contraatacar. Sin dudarlo, y casi sin aire, Ranko llevó su mano izquierda al hombro de Etsu y saltó. Se impulsaría colocando un pie en el muslo del chico, para luego darle una fuerte patada descendente con el otro pie, impulsándose a la vez hacia atrás.
—¡Tōhi! —soltó al ejecutar su movimiento, y dar una pirueta para alejarse y tomar posición de nuevo. Si no lograba acertar, igualmente trataría de alejarse un poco.
La chica respiraba un poco más rápidamente. Ese puñetazo se había llevado parte de ella.
”Es muy decidido… No es como Kuumi, quien es bastante confiada. Inuzuka-san es bastante firme, y siento que se toma muy en serio este entrenamiento. ¡Debo de devolverle el gesto! ¡No puedo estar tan a la defensiva!”
—Es… es el… Baile del Conejo Blanco —dijo animada pero pausadamente —. E-eso que hiciste… Ese movimiento... fue muy… ahm… genial.
Apenas terminando de hablar, fue su turno de lanzarse. Avanzaría lo necesario hasta llegar a él, luego intentaría lanzarle una patada con su diestra a la cara, y giraría con el mismo impulso para lanzar una segunda, esta vez con la izquierda y dirigida hacia su pecho. Ya no intentaría alejarse, pues creía que era mejor estar lo más cerca posible y no dejar de atacar. Su rostro sudado se notaba más decidido conforme la batalla progresaba, aunque siguiera recibiendo golpes.
”¡Enfrentarse a la cascada para convertirse en dragón! ¡Enfrentarse a las montañas para convertirse en leyenda!” pensó con suma emoción
”¿Q-qué…?”
En un instante, tuvo la sensación de haber golpeado un pilar hecho de granito y de goma al mismo tiempo: no solo detuvo su patada, sino que regresó la fuerza de la misma hacia ella, haciéndole dar vueltas en el suelo como si fuese un juguete. En lo que Ranko se levantaba, con los ojos muy abiertos entre sorpresa y suma atención, Etsu le preguntó si su estilo tenía nombre.
Mientras adoptaba su postura, la kunoichi asintió energéticamente, mas no tuvo tiempo de responder con propiedad. Le emocionaba el hecho de que su compañero se estuviese divirtiendo. Pensó que era un mejor entrenamiento que con Kuumi, pues Etsu le obligaba a pensar más rápido, aunque no tuviese la habilidad para responder con la misma potencia.
Él se lanzó una vez más al ataque. Ranko no hubiese podido evadirlo aunque hubiese querido. La voz de su madre reverberó desde algún rincón de su memoria.
”¡No te distraigas! ¡No descuides tus costados! ¡Intenta ver cuál será el siguiente paso de tu contrincante!”
Apenas y tuvo tiempo de ver el golpe derecho del chico. Lo único que pudo hacer fue intentar bloquearlo con su brazo izquierdo, ejerciendo presión hacia adelante. Aunque sus piernas estaban firmes, el impacto le hizo temblar un poco. Pero el segundo golpe estaba fuera de su visión. Fue un tiro directo que le hizo exhalar.
”¡Aprovecha todo momento!” ¡Si tu oponente te apresa con un brazo, devuélvele dos patadas!”
El tiempo se ralentizó para ella por un segundo, y la chica sintió el creciente espíritu de pelea. A pesar del dolor de su estómago, debía de contraatacar. Sin dudarlo, y casi sin aire, Ranko llevó su mano izquierda al hombro de Etsu y saltó. Se impulsaría colocando un pie en el muslo del chico, para luego darle una fuerte patada descendente con el otro pie, impulsándose a la vez hacia atrás.
—¡Tōhi! —soltó al ejecutar su movimiento, y dar una pirueta para alejarse y tomar posición de nuevo. Si no lograba acertar, igualmente trataría de alejarse un poco.
La chica respiraba un poco más rápidamente. Ese puñetazo se había llevado parte de ella.
”Es muy decidido… No es como Kuumi, quien es bastante confiada. Inuzuka-san es bastante firme, y siento que se toma muy en serio este entrenamiento. ¡Debo de devolverle el gesto! ¡No puedo estar tan a la defensiva!”
—Es… es el… Baile del Conejo Blanco —dijo animada pero pausadamente —. E-eso que hiciste… Ese movimiento... fue muy… ahm… genial.
Apenas terminando de hablar, fue su turno de lanzarse. Avanzaría lo necesario hasta llegar a él, luego intentaría lanzarle una patada con su diestra a la cara, y giraría con el mismo impulso para lanzar una segunda, esta vez con la izquierda y dirigida hacia su pecho. Ya no intentaría alejarse, pues creía que era mejor estar lo más cerca posible y no dejar de atacar. Su rostro sudado se notaba más decidido conforme la batalla progresaba, aunque siguiera recibiendo golpes.
”¡Enfrentarse a la cascada para convertirse en dragón! ¡Enfrentarse a las montañas para convertirse en leyenda!” pensó con suma emoción
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