8/02/2019, 17:52
El concepto que el peliblanco describió le dio un extraño retortijón emocional de tripas a la kunoichi. Ella estaba acostumbrada a poemas blancos, poemas que expresaran la alegría, la calma o la belleza que encontraba en la naturaleza. Siempre le habían costado cosas más complejas, y nunca se había molestado en buscar arte más oscuro. Era la diferencia entre enfocarse en la luna brillante y enfocarse en el frío vacío del espacio entre las estrellas.
Ranko tragó, y por varios segundos no hizo más que fijar sus ojos en la ilustración que acompañaba la poesía mostrada. Luego habló muy lentamente.
—Creo que… Creo que no es solo belleza por serlo. Es como… como las historias de héroes antiguos. Mu-muchos tuvieron un… un comienzo torpe o trágico. Pero al final se convierten e-en… en leyendas. ¿Cómo puede…? ¿Cómo puede alguien con tanto… ehm… pesar… alzarse tan alto?
Lo que acababa de decir le hizo reflexionar un momento. Desde muy pequeña, cada que su madre (o ella misma) le leía un cuento sobre algún ninja o guerrero de leyenda, se imaginaba a sí misma convirtiéndose en una. Pensaba que, si se esforzaba y entrenaba mucho, algún día sería conocida como la Princesa Conejo, la kunoichi legendaria de Kusagakure, que llevaría orgullosa el emblema de la familia Sagisō, que iría por todo Onindo luchando contra los malos como buena heroína. Pero Ranko siempre tuvo una familia comprensiva y amorosa, aunque exigente. Su madre siempre la apoyó y hasta entrenó en un arte secreto. Su hermana, aunque más fuerte y extrovertida, nunca la amedrentó ni burló. Su padre, aunque con claras preferencias hacia Kuumi, nunca la hizo de menos y siempre la consintió.
”¿Y si…?” comenzó a pensar con un dejo de melancolía en su rostro ”¿Y si esas tragedias de los cuentos son necesarias para darle un destino de leyenda a los héroes? Entonces yo no podría… Aunque prefiero no ser nunca la Princesa Conejo si significa perder a alguien…”
—Es algo similar. Creo. Una… una especie de co-combustible. Como una hermosa flor regada con lágrimas. Triste, pero bella.
Ranko suspiró, moviendo sus ojos desde el libro de Kazuma hasta el suyo.
Ranko tragó, y por varios segundos no hizo más que fijar sus ojos en la ilustración que acompañaba la poesía mostrada. Luego habló muy lentamente.
—Creo que… Creo que no es solo belleza por serlo. Es como… como las historias de héroes antiguos. Mu-muchos tuvieron un… un comienzo torpe o trágico. Pero al final se convierten e-en… en leyendas. ¿Cómo puede…? ¿Cómo puede alguien con tanto… ehm… pesar… alzarse tan alto?
Lo que acababa de decir le hizo reflexionar un momento. Desde muy pequeña, cada que su madre (o ella misma) le leía un cuento sobre algún ninja o guerrero de leyenda, se imaginaba a sí misma convirtiéndose en una. Pensaba que, si se esforzaba y entrenaba mucho, algún día sería conocida como la Princesa Conejo, la kunoichi legendaria de Kusagakure, que llevaría orgullosa el emblema de la familia Sagisō, que iría por todo Onindo luchando contra los malos como buena heroína. Pero Ranko siempre tuvo una familia comprensiva y amorosa, aunque exigente. Su madre siempre la apoyó y hasta entrenó en un arte secreto. Su hermana, aunque más fuerte y extrovertida, nunca la amedrentó ni burló. Su padre, aunque con claras preferencias hacia Kuumi, nunca la hizo de menos y siempre la consintió.
”¿Y si…?” comenzó a pensar con un dejo de melancolía en su rostro ”¿Y si esas tragedias de los cuentos son necesarias para darle un destino de leyenda a los héroes? Entonces yo no podría… Aunque prefiero no ser nunca la Princesa Conejo si significa perder a alguien…”
—Es algo similar. Creo. Una… una especie de co-combustible. Como una hermosa flor regada con lágrimas. Triste, pero bella.
Ranko suspiró, moviendo sus ojos desde el libro de Kazuma hasta el suyo.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)