9/02/2019, 11:59
(Última modificación: 9/02/2019, 12:00 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
Como ambos sabían, aquella tarea no iba a ser nada fácil, y Eri era consciente de que de un día para otro no lograría dominarla, sin embargo, no se desanimó cuando notó que la esfera no se creaba en los primeros intentos, ni si quiera cuando se sentía fatigada por el chakra perdido en el entrenamiento. A veces simplemente se sentaba a descansar mientras recuperaba fuerzas —aunque solo cuando Hanabi no estaba—, pero no fue hasta el final de la primera semana de entrenamiento que logró ver algo de luz al final del túnel.
Hanabi la acompañó ese día, justo cuando impactaría por primera vez su Rasengan contra la roca. Tomó aire y... Lo hizo. Pero no resultó como todos esperaban, sin embargo logró dejar un bonito recuerdo en la roca: una espiral formada con su chakra.
Sonrió tristemente, y luego se giró a Hanabi rascándose la nuca. Seguramente le tomaría un par de semanas más lograrlo.
—Bien. Pues ya te imaginas qué es lo siguiente: tienes que hacer la esfera mucho, mucho más estable. De esta forma el ataque romperá hasta la piedra más dura. Si aprendes a modular cuánta fuerza de giro pones en el Rasengan, podrás también controlar el daño. ¿No queremos agujerearle el estómago a un compañero, eh? —rio—. Bueno, Eri. Me temo que yo tengo que bajarme del barco aquí. Mañana... mañana tenemos la reunión. Con Kenzou... y Yui. Madre mía, que Amaterasu me bendiga.
—Muchas gracias por todo lo que me ha enseñado estos días, Uzukage-sama —agradeció la kunoichi, mirándole de manera agradecida—. Espero que cuando logre dominarla pueda enseñárselo, algún día —deseó, sonriente—. ¿Es muy... Complicado el tema que trataréis en la reunión? Parece usted nervioso. —Y sentía que el que menos nervioso debería estar es él, y es que, ¿quién no temería a alguien con semejante poder?
A pesar de que quería no meterse en aquellos temas, la curiosidad innata de la joven pareció hablar antes que ningún otro aspecto de la Uzumaki, así que ya no había vuelta atrás.
Hanabi la acompañó ese día, justo cuando impactaría por primera vez su Rasengan contra la roca. Tomó aire y... Lo hizo. Pero no resultó como todos esperaban, sin embargo logró dejar un bonito recuerdo en la roca: una espiral formada con su chakra.
Sonrió tristemente, y luego se giró a Hanabi rascándose la nuca. Seguramente le tomaría un par de semanas más lograrlo.
—Bien. Pues ya te imaginas qué es lo siguiente: tienes que hacer la esfera mucho, mucho más estable. De esta forma el ataque romperá hasta la piedra más dura. Si aprendes a modular cuánta fuerza de giro pones en el Rasengan, podrás también controlar el daño. ¿No queremos agujerearle el estómago a un compañero, eh? —rio—. Bueno, Eri. Me temo que yo tengo que bajarme del barco aquí. Mañana... mañana tenemos la reunión. Con Kenzou... y Yui. Madre mía, que Amaterasu me bendiga.
—Muchas gracias por todo lo que me ha enseñado estos días, Uzukage-sama —agradeció la kunoichi, mirándole de manera agradecida—. Espero que cuando logre dominarla pueda enseñárselo, algún día —deseó, sonriente—. ¿Es muy... Complicado el tema que trataréis en la reunión? Parece usted nervioso. —Y sentía que el que menos nervioso debería estar es él, y es que, ¿quién no temería a alguien con semejante poder?
A pesar de que quería no meterse en aquellos temas, la curiosidad innata de la joven pareció hablar antes que ningún otro aspecto de la Uzumaki, así que ya no había vuelta atrás.