9/02/2019, 13:58
El Uzukage golpeó la palma de la mano con su otro puño, sonriente. Se acababa de acordar de quién hablaba.
—¡Aaaaaaaaaaahhh... sí! El genin del perro negro tuerto —recordó. Por el perro—. En fin... me temo que el espíritu de Zoku está siempre tras la vuelta de la esquina. Tendremos que trabajar mucho para que la gente abrace la nueva época de paz... si es que llega.
—Bueno, señor, no quiero ser pesada así que si necesita irse lo comprenderé, mucho ánimo, sé que usted podrá traer de nuevo el Pacto. —dijo Eri, dedicándole una reverencia.
—¿Pesada? Oh, Eri-san. Si me has quitado de encima el peso de tener que preocuparme de esto... hasta ahora —dijo, sombrío—. De todas formas. Muchas gracias por la confianza. ¡A entrenar! —Cerró el puño con fuerza y le sonrió, antes de desaparecer dejando tras de sí una pequeña voluta de humo.
—¡Aaaaaaaaaaahhh... sí! El genin del perro negro tuerto —recordó. Por el perro—. En fin... me temo que el espíritu de Zoku está siempre tras la vuelta de la esquina. Tendremos que trabajar mucho para que la gente abrace la nueva época de paz... si es que llega.
—Bueno, señor, no quiero ser pesada así que si necesita irse lo comprenderé, mucho ánimo, sé que usted podrá traer de nuevo el Pacto. —dijo Eri, dedicándole una reverencia.
—¿Pesada? Oh, Eri-san. Si me has quitado de encima el peso de tener que preocuparme de esto... hasta ahora —dijo, sombrío—. De todas formas. Muchas gracias por la confianza. ¡A entrenar! —Cerró el puño con fuerza y le sonrió, antes de desaparecer dejando tras de sí una pequeña voluta de humo.