9/02/2019, 18:39
—Es posible. —aclaró Katsue —. Créeme, Kazuma-kun, ningún caballero que se precie debe dejar plantada a una señorita. Y tampoco hacerla esperar, por supuesto. Las damas son las que pueden llegar tarde a los sitios. A vosotros se os exige una puntualidad. Es por eso que tampoco puedes tardar demasiado en pedirle esa cita.
Y allí estaba la primera perla de sabiduría que aquella mujer le otorgaba. Kazuma no pudo sino asentir, pese a que no entendía del todo el concepto de caballero.
—Juro, si viene alguien, encárgate tú. Kazuma-kun, ven conmigo.
Dudo durante unos instantes, pero la palmada de su sensei le animo a caminar tras la que sería su guía en los asuntos que le ocupaban. Así fue que la siguió hasta la trastienda, un lugar abarrotado y algo oscuro. En el centro había una mesa y dos sillas, cubiertas por una trémula iluminación. Katsue se sentó en una y le llamo. No pudo sino acercarse mientras evocaba en su mente el cómo sería un cuarto de interrogatorio y el ambiente que flotaría en el mismo.
—¿Por qué no empezamos por el principio? Tienes que ser tu quien le pida la cita. ¿Cómo piensas hacerlo? —le preguntó la mujer, clavando sus ojos en él.
Kazuma suspiro suavemente. Aquella mujer no se andaba por las ramas y golpeaba justo donde se percibía alguna debilidad.
—Creo que sería algo como “Miou-san, ¿quisieras salir a pasear conmigo el kaseyōbi en la tarde” —simulo, con expresión serena, aunque una timida gota de sudor amenazaba con correr por su sien.
Y allí estaba la primera perla de sabiduría que aquella mujer le otorgaba. Kazuma no pudo sino asentir, pese a que no entendía del todo el concepto de caballero.
—Juro, si viene alguien, encárgate tú. Kazuma-kun, ven conmigo.
Dudo durante unos instantes, pero la palmada de su sensei le animo a caminar tras la que sería su guía en los asuntos que le ocupaban. Así fue que la siguió hasta la trastienda, un lugar abarrotado y algo oscuro. En el centro había una mesa y dos sillas, cubiertas por una trémula iluminación. Katsue se sentó en una y le llamo. No pudo sino acercarse mientras evocaba en su mente el cómo sería un cuarto de interrogatorio y el ambiente que flotaría en el mismo.
—¿Por qué no empezamos por el principio? Tienes que ser tu quien le pida la cita. ¿Cómo piensas hacerlo? —le preguntó la mujer, clavando sus ojos en él.
Kazuma suspiro suavemente. Aquella mujer no se andaba por las ramas y golpeaba justo donde se percibía alguna debilidad.
—Creo que sería algo como “Miou-san, ¿quisieras salir a pasear conmigo el kaseyōbi en la tarde” —simulo, con expresión serena, aunque una timida gota de sudor amenazaba con correr por su sien.
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