9/02/2019, 22:23
«¡Que les den!»
Basta. Basta de intentar ser alguien que no era.
¿Qué era lo que mejor sabía hacer? pues ser un ninja.
Cinco de la mañana. Kaido era una sombra en el desierto. Aguardaba, en algún techo, en algún callejón, abrazando su vieja forma. Cubierto por una capa de viaje, protegiéndose de la arena y de los ojos ajenos.
Esperaba pacientemente —ya a salvo del humo, ruido y por qué no, el líbido que le generaban todas esas tías en el club—. a que los tórtolos tomaran rumbo a consumar la jodida noche de toqueteos.
Basta. Basta de intentar ser alguien que no era.
¿Qué era lo que mejor sabía hacer? pues ser un ninja.
. . .
Cinco de la mañana. Kaido era una sombra en el desierto. Aguardaba, en algún techo, en algún callejón, abrazando su vieja forma. Cubierto por una capa de viaje, protegiéndose de la arena y de los ojos ajenos.
Esperaba pacientemente —ya a salvo del humo, ruido y por qué no, el líbido que le generaban todas esas tías en el club—. a que los tórtolos tomaran rumbo a consumar la jodida noche de toqueteos.