10/02/2019, 04:32
La contienda continuaba, el combate no parecía estar decidido, al menos no del todo. A pesar de que la chica no mostraba mucha seguridad en sí misma, no carecía de habilidad para el combate cuerpo a cuerpo. Sabía defenderse, y bien se lo estaba poniendo complicado al chico de rastas. Sin embargo, para el chico eso no era para nada un inconveniente, lo estaba disfrutando hasta el punto de desear que jamás terminase el entrenamiento.
Las miradas entrecruzadas en una nueva acometida anunciaron lo inevitable. En ésta ocasión, el genin logró engañar a su oponente, o simplemente su velocidad le dio ventaja. Fuese como fuese, logró casi encajar su gancho de diestra, y cumplió su objetivo con la zurda. Golpeó de lleno en el segundo intento, logrando casi desestabilizar a la chica. Sin embargo, y a pesar de que tenía toda su atención en su actual oponente, la chica le sorprendió posando una mano sobre su hombro y saltando. El movimiento no venía a cuento, al menos el chico no logró entender el propósito del mismo. Si se elevaba frente a él, tendría todas las de golpearla sin miramientos...
Pero no todo es lo que parece. La chica, lejos de buscar una pirueta sin sentido en una confrontación directa y casi sin espacio para respirar, lanzó su pierna hacia el torso del Inuzuka y terminó por impulsarse aún mas, alejándose del chico con un grito de guerra.
Mas que dolorido, el chico quedó extrañado ante la maniobra. No supo muy bien qué hacer para defenderse de esa maniobra puesto que en realidad no se le habría ocurrido una acción tan peligrosa a su punto de vista.
—Auch.... —se quejó sin demasiado ahínco, torciendo levemente la cabeza, aún incrédulo de la manera en que la chica había aumentado las distancias.
En lo que la chica retomaba la guardia, al igual que el Inuzuka, contestó que su estilo de pelea familiar se llamaba Baile del conejo blanco. La verdad, tenía que admitirlo, el estilo era de lo más singular. La chica aprovechó también para elogiar el anterior movimiento defensivo del Inuzuka. Éste sonrió, agradecido por la actitud de la chica en el entrenamiento.
—Gracias, aunque no puedes quejarte... si que parece un baile ese estilo de combate, se ve muy elegante y fluido...
El chico retomó la guardia inicial, la posición básica del Tekken, con ambos puños a los costados. Fue entonces que la chica se lanzó de nuevo hacia Etsu. Avanzó directa y sin florituras, tosca y ruda como un padrastro borracho cuando se quita la correa. Para cuando se encontró con la distancia adecuada, la chica lanzó una patada con su diestra directamente hacia el rostro del shinobi, la cual buscaría avanzar hacia el flanco seguramente para continuar con una segunda patada.
Antes de que eso sucediese, Etsu avanzó rápidamente hacia el flanco izquierdo de la chica, en lo cuál bloqueaba la patada con su brazo diestro en un movimiento circular hacia el exterior. Su propósito era simple, meterse dentro de su guardia y detener la patada así como su giro en pos de lo que fuese a intentar tras la primera patada. Hecho eso, antepuso su cadera a la de la chica, y aprovechando el movimiento que había realizado con su brazo para desestabilizar el propósito de la chica, giró hacia el sentido contrario, su izquierda. En el mismo movimiento, en vez de recoger rápidamente su brazo, buscaría tomar a la chica, y con ello proyectarla hacia el suelo en un clásico pero eficaz Koshi-waza, o proyección de cadera.
Un tanto improvisada, pero en eso era bueno, en improvisar.
Akane entre tanto observaba el encuentro, para nada tan entusiasmado como su hermano humano. El can aguardaba aún echado, prestando atención, pero no en exceso. Sin embargo, éste último movimiento del shinobi le llamó la atención. Parecía como que Etsu estaba volviendo a usar los movimientos con los que empezó sus andanzas por el Taijutsu.
En caso de hacerlo bien, Etsu no buscaría rematar el encuentro. Estaba disfrutandolo, y cuando algo es bueno, ha de aprovecharse al máximo... un par de pasos hacia detrás, y alzaría de nuevo la guardia. Sin olvidar su sonrisa.
—Hacía tiempo que no me enfrentaba a alguien bueno en combate cuerpo a cuerpo...
Las miradas entrecruzadas en una nueva acometida anunciaron lo inevitable. En ésta ocasión, el genin logró engañar a su oponente, o simplemente su velocidad le dio ventaja. Fuese como fuese, logró casi encajar su gancho de diestra, y cumplió su objetivo con la zurda. Golpeó de lleno en el segundo intento, logrando casi desestabilizar a la chica. Sin embargo, y a pesar de que tenía toda su atención en su actual oponente, la chica le sorprendió posando una mano sobre su hombro y saltando. El movimiento no venía a cuento, al menos el chico no logró entender el propósito del mismo. Si se elevaba frente a él, tendría todas las de golpearla sin miramientos...
Pero no todo es lo que parece. La chica, lejos de buscar una pirueta sin sentido en una confrontación directa y casi sin espacio para respirar, lanzó su pierna hacia el torso del Inuzuka y terminó por impulsarse aún mas, alejándose del chico con un grito de guerra.
Mas que dolorido, el chico quedó extrañado ante la maniobra. No supo muy bien qué hacer para defenderse de esa maniobra puesto que en realidad no se le habría ocurrido una acción tan peligrosa a su punto de vista.
—Auch.... —se quejó sin demasiado ahínco, torciendo levemente la cabeza, aún incrédulo de la manera en que la chica había aumentado las distancias.
En lo que la chica retomaba la guardia, al igual que el Inuzuka, contestó que su estilo de pelea familiar se llamaba Baile del conejo blanco. La verdad, tenía que admitirlo, el estilo era de lo más singular. La chica aprovechó también para elogiar el anterior movimiento defensivo del Inuzuka. Éste sonrió, agradecido por la actitud de la chica en el entrenamiento.
—Gracias, aunque no puedes quejarte... si que parece un baile ese estilo de combate, se ve muy elegante y fluido...
El chico retomó la guardia inicial, la posición básica del Tekken, con ambos puños a los costados. Fue entonces que la chica se lanzó de nuevo hacia Etsu. Avanzó directa y sin florituras, tosca y ruda como un padrastro borracho cuando se quita la correa. Para cuando se encontró con la distancia adecuada, la chica lanzó una patada con su diestra directamente hacia el rostro del shinobi, la cual buscaría avanzar hacia el flanco seguramente para continuar con una segunda patada.
Antes de que eso sucediese, Etsu avanzó rápidamente hacia el flanco izquierdo de la chica, en lo cuál bloqueaba la patada con su brazo diestro en un movimiento circular hacia el exterior. Su propósito era simple, meterse dentro de su guardia y detener la patada así como su giro en pos de lo que fuese a intentar tras la primera patada. Hecho eso, antepuso su cadera a la de la chica, y aprovechando el movimiento que había realizado con su brazo para desestabilizar el propósito de la chica, giró hacia el sentido contrario, su izquierda. En el mismo movimiento, en vez de recoger rápidamente su brazo, buscaría tomar a la chica, y con ello proyectarla hacia el suelo en un clásico pero eficaz Koshi-waza, o proyección de cadera.
Un tanto improvisada, pero en eso era bueno, en improvisar.
Akane entre tanto observaba el encuentro, para nada tan entusiasmado como su hermano humano. El can aguardaba aún echado, prestando atención, pero no en exceso. Sin embargo, éste último movimiento del shinobi le llamó la atención. Parecía como que Etsu estaba volviendo a usar los movimientos con los que empezó sus andanzas por el Taijutsu.
En caso de hacerlo bien, Etsu no buscaría rematar el encuentro. Estaba disfrutandolo, y cuando algo es bueno, ha de aprovecharse al máximo... un par de pasos hacia detrás, y alzaría de nuevo la guardia. Sin olvidar su sonrisa.
—Hacía tiempo que no me enfrentaba a alguien bueno en combate cuerpo a cuerpo...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~