11/02/2019, 11:51
——Mala, sin duda —respondió Daruu, al cabo de unos instantes—. Pero yo te protegeré. No habrá nada que temer.
Las mejillas de Ayame volvieron a encenderse ante la intensidad de las palabras de Daruu. En cualquier otro momento quizás se habría burlado de él, quizás le habría espetado que no necesitaba protección, quizás habría bromeado con la posibilidad de que tuviera que ser ella quien le protegiera al final... Pero las circunstancias de los últimos meses había demostrado su error.
Azorada, bajó la mirada. Y una tímida sonrisa asomó a sus labios.
—Gracias... —murmuró, justo en el momento en el que las puertas del ascensor volvían a abrirse.
Y ni siquiera habían llegado a la puerta de su casa cuando esta se abrió de golpe y Aotsuki Zetsuo apareció en el umbral, de brazos cruzados y el dedo índice tamborileando sobre su bíceps.
—¡Vaya, dichosos sean los ojos! Ya estaba comenzando a pensar que debería bajar a buscaros... y tiraros de las orejas —susurró, dirigiendo una larga y penetrante mirada a Daruu.
Las mejillas de Ayame volvieron a encenderse ante la intensidad de las palabras de Daruu. En cualquier otro momento quizás se habría burlado de él, quizás le habría espetado que no necesitaba protección, quizás habría bromeado con la posibilidad de que tuviera que ser ella quien le protegiera al final... Pero las circunstancias de los últimos meses había demostrado su error.
Azorada, bajó la mirada. Y una tímida sonrisa asomó a sus labios.
—Gracias... —murmuró, justo en el momento en el que las puertas del ascensor volvían a abrirse.
Y ni siquiera habían llegado a la puerta de su casa cuando esta se abrió de golpe y Aotsuki Zetsuo apareció en el umbral, de brazos cruzados y el dedo índice tamborileando sobre su bíceps.
—¡Vaya, dichosos sean los ojos! Ya estaba comenzando a pensar que debería bajar a buscaros... y tiraros de las orejas —susurró, dirigiendo una larga y penetrante mirada a Daruu.