12/02/2019, 04:38
Quien tomó asiento a su lado era un hombre mundano, sin más. Nariz torcida, ojos de águila y tez bastante morena. Vestía un turbante típico del País del Viento y unos harapos ajustados de color beige.
—Buenas noches, Tokore-chan. Te ves espectacular el día de hoy.
La sugestión era parte fundamental de aquellos juegos mentales. Tokore tenía que creer que la tenían tan cogida por la cola que no había forma alguna de escapar. De que estaba tan vigilada que no volvería a dormir tranquila salvo que se asegurase de cumplir con la petición no expresa que probablemente iba a venir más tarde en la conversación.
—Buenas noches, Tokore-chan. Te ves espectacular el día de hoy.
La sugestión era parte fundamental de aquellos juegos mentales. Tokore tenía que creer que la tenían tan cogida por la cola que no había forma alguna de escapar. De que estaba tan vigilada que no volvería a dormir tranquila salvo que se asegurase de cumplir con la petición no expresa que probablemente iba a venir más tarde en la conversación.