12/02/2019, 23:09
(Última modificación: 12/02/2019, 23:19 por King Roga. Editado 3 veces en total.)
Iba a decir algo, levantando el dedo para opinar, pero antes de que el Yotsuki emitiera algún sonido la pelirroja pegó una manotada en la barra, mirando con una enorme sonrisa al Uchiha.
—¿Tienes algún problema con ello?— Ladeó la cabeza para que sus cabellos de granate pasaran de un lado a otro. —Turismo, propaganda, consumo. Mi padre logró con esto el crecimiento económico de este pedazo de tierra en medio de la arena mediante su esfuerzo, mi trabajo es que siga así. Además, tú lo dijiste, ¿cómo iba a dejar pasar esa oportunidad?. ¿Consideras que mis inversiones son cuestionables? Es dinero limpio al final de cuentas, así que no critiques— Se alejó.
—Ay por favor, ¿acaso no puede haber un sólo día de silencio en este lugar?— Se desentendía totalmente de aquella discusión.
—Y ya que estamos, realmente no es la fecha, sino la estación lluviosa cómo tal— Se dio la vuelta. —El acceso al templo es sólido y la puerta demasiado pesada para moverla con facilidad. ¿Intentar excavarla? Necesitarías un equipo de al menos veinte personas especializadas para ello, durante al menos un par de semanas, además que aunque lograras entrar no puedes dar tan fácil con la cámara del tesoro. Lo importante de la época radica en tiene una especie de mecanismo hidraúlico que mueve la puerta cuando una enorme cantidad de agua irriga el suelo. Sin embargo, las lluvias normales no bastan para ello, debe ser algo torrencial, un evento sin precedentes. Algo que sólo ocurre una vez cada diez años.
—¿Y porqué no toma nadie del pueblo el tesoro para venderlo y librarse del problema?— Lucía aburrido, bebiendo más agua.
—Porque más que el valor monetario, puede ser peligroso en malas manos—. Dio vueltas en círculos. —Este no es el único tesoro escondido. Existen otros tres templos en los países del Fuego, Agua y Tierra respectivamente. El del País del Fuego tengo entendido que está en posesión del señor King y por ende quería asegurarse que nadie le pusiese las manos encima a los demás. Además, me enteré que el mes pasado el mapa del templo del País del Agua terminó en un casino de Tanzaku Gai, lo que me dice que ninguna precaución va de sobra. Quizás podría venderse sí, pero no es lo mismo que lo tenga un coleccionista exótico a un mercenario sediento de sangre.
—Bueno. Si es sólo en estos días, supongo que puedo intentar hacer algo— Suspiró pesadamente.
"¿Tres más eh? Vaya, vaya. El abuelo si que tenía sus aventuras locas después de todo, aunque no quiero andar con la jodida responsabilidad por lo que pueda pasar con las demás cosas. Tengo temas musicales que componer, sin mencionar que no me ganaré fama si debo andar con todo este secretismo."
—Supongo que el shinobi que anda suelto por acá, querrá pasar desapercibido hasta el día de la carrera. Digo, si no nos ayudó antes, dudo que haber acabado con el matón de ayer fuese de buena voluntad. Quizás, sentía que podía ser descubierto si lo dejaba con vida.
—¿Tienes algún problema con ello?— Ladeó la cabeza para que sus cabellos de granate pasaran de un lado a otro. —Turismo, propaganda, consumo. Mi padre logró con esto el crecimiento económico de este pedazo de tierra en medio de la arena mediante su esfuerzo, mi trabajo es que siga así. Además, tú lo dijiste, ¿cómo iba a dejar pasar esa oportunidad?. ¿Consideras que mis inversiones son cuestionables? Es dinero limpio al final de cuentas, así que no critiques— Se alejó.
—Ay por favor, ¿acaso no puede haber un sólo día de silencio en este lugar?— Se desentendía totalmente de aquella discusión.
—Y ya que estamos, realmente no es la fecha, sino la estación lluviosa cómo tal— Se dio la vuelta. —El acceso al templo es sólido y la puerta demasiado pesada para moverla con facilidad. ¿Intentar excavarla? Necesitarías un equipo de al menos veinte personas especializadas para ello, durante al menos un par de semanas, además que aunque lograras entrar no puedes dar tan fácil con la cámara del tesoro. Lo importante de la época radica en tiene una especie de mecanismo hidraúlico que mueve la puerta cuando una enorme cantidad de agua irriga el suelo. Sin embargo, las lluvias normales no bastan para ello, debe ser algo torrencial, un evento sin precedentes. Algo que sólo ocurre una vez cada diez años.
—¿Y porqué no toma nadie del pueblo el tesoro para venderlo y librarse del problema?— Lucía aburrido, bebiendo más agua.
—Porque más que el valor monetario, puede ser peligroso en malas manos—. Dio vueltas en círculos. —Este no es el único tesoro escondido. Existen otros tres templos en los países del Fuego, Agua y Tierra respectivamente. El del País del Fuego tengo entendido que está en posesión del señor King y por ende quería asegurarse que nadie le pusiese las manos encima a los demás. Además, me enteré que el mes pasado el mapa del templo del País del Agua terminó en un casino de Tanzaku Gai, lo que me dice que ninguna precaución va de sobra. Quizás podría venderse sí, pero no es lo mismo que lo tenga un coleccionista exótico a un mercenario sediento de sangre.
—Bueno. Si es sólo en estos días, supongo que puedo intentar hacer algo— Suspiró pesadamente.
"¿Tres más eh? Vaya, vaya. El abuelo si que tenía sus aventuras locas después de todo, aunque no quiero andar con la jodida responsabilidad por lo que pueda pasar con las demás cosas. Tengo temas musicales que componer, sin mencionar que no me ganaré fama si debo andar con todo este secretismo."
—Supongo que el shinobi que anda suelto por acá, querrá pasar desapercibido hasta el día de la carrera. Digo, si no nos ayudó antes, dudo que haber acabado con el matón de ayer fuese de buena voluntad. Quizás, sentía que podía ser descubierto si lo dejaba con vida.