15/02/2019, 20:13
Él se rio, pero le apartó la mirada y comenzó a silbar una cancioncilla que no reconoció.
—Te lo diré, pero hoy no.
—¡Pero serás...! —replicó Ayame, cruzándose de brazos e hinchando los carrillos—. ¡Sabes que si quisiera podría sonsacarte la información, Daruu!
Pero, obviamente, no era algo que fuese a hacer.
Los dos muchachos atravesaron el valle y llegaron hasta los enormes portones de entrada a Notsuba custodiados por dos guardias con cara de malas pulgas y músculos de más. Definitivamente, y tal y como había augurado Ayame al llegar, aquella ciudad tenía un estilo arquitectónico similar a los complejos del Valle de los Dojos: estaba construida en lo alto de un risco y todos sus edificios eran de un estilo más bien tradicional. Agarrados de la mano, se adentraron en la avenida principal que, como cualquier otra capital, contaba con multitud de tiendas y puestecitos turísticos de todo tipo. De hecho Daruu no tardó en pararse frente a uno, donde se exhibían un grupo de torii con el carácter "tierra" grabado en ellos. Se frotaba la barbilla, pensativo, y Ayame supo de inmediato lo que se le pasaba por la cabeza.
Sonrió.
—Deme dos, por favor —le pidió al vendedor, sin dar tiempo a su pareja a rechistar.
—Te lo diré, pero hoy no.
—¡Pero serás...! —replicó Ayame, cruzándose de brazos e hinchando los carrillos—. ¡Sabes que si quisiera podría sonsacarte la información, Daruu!
Pero, obviamente, no era algo que fuese a hacer.
Los dos muchachos atravesaron el valle y llegaron hasta los enormes portones de entrada a Notsuba custodiados por dos guardias con cara de malas pulgas y músculos de más. Definitivamente, y tal y como había augurado Ayame al llegar, aquella ciudad tenía un estilo arquitectónico similar a los complejos del Valle de los Dojos: estaba construida en lo alto de un risco y todos sus edificios eran de un estilo más bien tradicional. Agarrados de la mano, se adentraron en la avenida principal que, como cualquier otra capital, contaba con multitud de tiendas y puestecitos turísticos de todo tipo. De hecho Daruu no tardó en pararse frente a uno, donde se exhibían un grupo de torii con el carácter "tierra" grabado en ellos. Se frotaba la barbilla, pensativo, y Ayame supo de inmediato lo que se le pasaba por la cabeza.
Sonrió.
—Deme dos, por favor —le pidió al vendedor, sin dar tiempo a su pareja a rechistar.