16/02/2019, 00:04
(Última modificación: 16/02/2019, 00:25 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
—Je... Supongo que esa se la perdono —sonrió, antes de mirarla directamente—. ¿Sabes? Creo que hicieron bien en no avisarme. Si no, seguramente me hubiera teletransportado a Yachi. Y de allí, el Valle de los Dojos está cerca.
—Si te digo la verdad, no sé qué habría pasado si hubiérais venido todos. Conociendo el odio que le tiene mi padre... —añadió en voz baja, refiriéndose a Kokuō sin nombrarla—. De hecho creo que habría sido más difícil para todos... ¿Sabes? Le pedí que se contuviera, que no hiciera nada. Que les demostrara que no es el monstruo que ellos dicen que es. No sé si servirá de algo pero... —culminó, encogiéndose de hombros.
Daruu bajó la mirada, concentrándose de nuevo en la comida.
—¿Sabes lo gilipollas que parecemos mirando al cielo los dos?
Ayame se rio entre dientes.
—Bueno, para dos Amejines es muy raro ver un día tan despejado y soleado como este, ¿no crees?
Él suspiró, y apoyó la cabeza en su hombro.
—No tienes ni idea de lo mal que lo he pasado sin ti —confesó, y las mejillas de ella volvieron a encenderse—. Va a sonar raro. Pero ni yo sabía que te quería tanto. Todavía no me creo que esté contigo otra vez.
—Y para mí... Sin ti... Sin todos vosotros... —La muchacha se interrumpió para limpiarse las lágrimas, rebeldes, amargas y dolorosas—. Lo... lo siento...
—Si te digo la verdad, no sé qué habría pasado si hubiérais venido todos. Conociendo el odio que le tiene mi padre... —añadió en voz baja, refiriéndose a Kokuō sin nombrarla—. De hecho creo que habría sido más difícil para todos... ¿Sabes? Le pedí que se contuviera, que no hiciera nada. Que les demostrara que no es el monstruo que ellos dicen que es. No sé si servirá de algo pero... —culminó, encogiéndose de hombros.
Daruu bajó la mirada, concentrándose de nuevo en la comida.
—¿Sabes lo gilipollas que parecemos mirando al cielo los dos?
Ayame se rio entre dientes.
—Bueno, para dos Amejines es muy raro ver un día tan despejado y soleado como este, ¿no crees?
Él suspiró, y apoyó la cabeza en su hombro.
—No tienes ni idea de lo mal que lo he pasado sin ti —confesó, y las mejillas de ella volvieron a encenderse—. Va a sonar raro. Pero ni yo sabía que te quería tanto. Todavía no me creo que esté contigo otra vez.
—Y para mí... Sin ti... Sin todos vosotros... —La muchacha se interrumpió para limpiarse las lágrimas, rebeldes, amargas y dolorosas—. Lo... lo siento...