17/02/2019, 18:26
¿Que alguien ajeno a la villa entró y lo mató? Daruu la observó con interés. ¿Quién habría sido, y por qué? ¿Quizás algún conocido de Akame, víctima de sus maquinaciones? No, porque entonces habría ido sólo a por él. Quizás se había llevado a más gente por el camino...
Sacudió la cabeza. «Ya basta de pensar en Akame. Está muerto, ¿no? Pues conviértelo en el pasado, olvídate de él.»
¿Pero qué debía hacer ahora? ¿Hablar tan de amigos con Eri? ¿Después de que le hubiera esposado? ¿Aunque se hubiese disculpado?
Una voz interior le dijo: no seas tonto Daruu, no te metas en más problemas con los uzujines. Se acabó, relaciónate con los de tu aldea, pírate de ahí ya pero ya. Lástima que Daruu era tonto del culo y eso de hacerle caso a la voz sensata de la razón que todos llevamos dentro no era algo que fuera mucho con él.
Venga, ¿qué podía pasar? ¿Que acabara hasta la cintura de mierda de nuevo por los uzujines? ¡Amekoro Yui había firmado aquella Alianza! ¡Pues nada, fiesta, viva, todos amigos!
Chasqueó la lengua. Odiaba reconocer que tenía ganas de hacer las paces y de creer en la muchacha con la que se había estado enseñando técnicas, fascinado, en Yamiria.
—Bueno. Pues ahora que te has... disculpado —dijo—, supongo que podemos empezar de cero, si quieres. ¿Nos tomamos un café y hablamos tranquilamente? Creo que aquí hemos llamado ya suficientemente la atención.
Sacudió la cabeza. «Ya basta de pensar en Akame. Está muerto, ¿no? Pues conviértelo en el pasado, olvídate de él.»
¿Pero qué debía hacer ahora? ¿Hablar tan de amigos con Eri? ¿Después de que le hubiera esposado? ¿Aunque se hubiese disculpado?
Una voz interior le dijo: no seas tonto Daruu, no te metas en más problemas con los uzujines. Se acabó, relaciónate con los de tu aldea, pírate de ahí ya pero ya. Lástima que Daruu era tonto del culo y eso de hacerle caso a la voz sensata de la razón que todos llevamos dentro no era algo que fuera mucho con él.
Venga, ¿qué podía pasar? ¿Que acabara hasta la cintura de mierda de nuevo por los uzujines? ¡Amekoro Yui había firmado aquella Alianza! ¡Pues nada, fiesta, viva, todos amigos!
Chasqueó la lengua. Odiaba reconocer que tenía ganas de hacer las paces y de creer en la muchacha con la que se había estado enseñando técnicas, fascinado, en Yamiria.
—Bueno. Pues ahora que te has... disculpado —dijo—, supongo que podemos empezar de cero, si quieres. ¿Nos tomamos un café y hablamos tranquilamente? Creo que aquí hemos llamado ya suficientemente la atención.